BJÖRK

EL VOLCÁN DE ISLANDIA

por SERGIO MONSALVO C.

El arrebato pro Tibet de la cantante islandesa Björk durante un concierto en Shanghái (en el que coreó «¡Tibet! ¡Tibet!» tras su canción «Declare Independence»—y que en otra presentación también hizo con Kosovo–) molestó a los recelosos censores del gobierno chino o “guardianes de la cultura”, como se nombran ellos mismos.

El Ministerio chino de Cultura declaró que la actuación de Björk «había herido profundamente los sentimientos del pueblo chino». Este país ha gobernado Tíbet con mano de hierro desde que sus tropas ocuparon la región himalaya en los años 50 del siglo XX y no permite desafíos a su autoridad sobre ella.

En su página web Björk escribió al respecto: “Me gustaría puntualizar que no soy un político, por encima de todo soy músico y como tal siento que es mi deber intentar expresar la gama completa de emociones humanas. El impulso por declarar la independencia es sólo una de ellas, pero es de las más importantes en algún momento de nuestras vidas. Esta canción fue escrita con un pensamiento más personal pero el hecho de que haya sido traducido a un significado más amplio, como la lucha de una nación reprimida, me complace. Me gustaría desear a cada individuo así como a las naciones buena suerte en su batalla por su independencia. ¡Justicia!»

 

Las posturas políticas de Björk siempre han sido claras, así como sus manifiestos en favor de la democracia, la ecología, el medio ambiente y los derechos humanos, pero no sólo los muestra en lugares donde la libertad de expresión es algo tácito, como lo hacen la mayoría de los representantes del pop que buscan hacer “imagen” o ser invitados a determinados festivales, sino que lo hace en el corazón mismo de donde se encuentre el problema. Lo hizo en China y también lo ha hecho en su propio país, hoy en crisis.

Islandia ha tenido que nacionalizar dos de sus tres bancos más importantes, tiene una inflación del 15% y cuenta con una moneda, la corona, cuyo valor ha bajado a más de la mitad de su valor en un año. ¿Cómo pudo ocurrirle esto a un país que hasta 2008 era el más solvente del planeta y el que tenía mejor nivel de vida del mundo?

Los expertos lo atribuyen a varios factores. Primero a la política de su Banco Central, que situó los tipos de interés incluso por encima del 15%, a la vez que animaba a las empresas del país y a los particulares a pedir préstamos en países con tipos más bajos. Es decir, la especulación financiera sin escrúpulos y sin ataduras en plena acción.Y el otro, al efecto devastador provocado por la erupción de un volcán de nombre impronunciable: Eyjafjallajökull (en 2010).

 

Con el derrumbe provocado por la crisis mundial que brotó en Wall Street, en Nueva York y por las mismas causas, la rueda endeudamiento/inversión se detuvo. A finales de 2007, los activos bancarios (cimentados en tales burbujas económicas) equivalían al 800% del PIB islandés y se extendían a otros países. Por lo tanto, Islandia se fue a pique, al igual que sus 300 mil habitantes y cuentahabientes.

Para salir de esta situación el gobierno conservador de ese país no pudo organizar un plan de rescate y se vio obligado a pedir financiación urgente en el extranjero.

En su momento Björk no sólo expresó su total desconfianza en la capacidad del gobierno islandés para llevar las riendas del país, sino que además lo acusó de utilizar la precaria situación económica para vencer el rechazo popular a la construcción de nuevas plantas de producción de aluminio, que se abastecen de energía geotérmica.

La cantante alertó sobre el impacto ambiental de esos proyectos en las famosas aguas termales y terrenos volcánicos. Asimismo denunció la intención del mismo gobierno de querer «vender» los recursos naturales nacionales a grandes compañías extranjeras como receta para paliar la grave crisis.

Björk no se cruzó de brazos y salió a su manera al rescate de la economía de Islandia al apoyar –con su nombre y dinero– un fondo de capital de riesgo ideado por la firma Audur para ayudar a la creación de empresas con una responsabilidad ambiental y social, que impulsara la economía nacional.

(Al siguiente año cayó del poder el gobierno conservador, hubo referendum al respecto, se optó por unas duras restricciones económicas y por un gobierno de coalisión verde-socialdemócrata. Ahora ya no están totalmente en manos ajenas, sino tomando sus propias decisiones y paliando con nuevas fuentes de trabajo los colapsos sufridos.)

 

A la postre cuando estuvo de gira en Nueva York mandó una carta al periódico The Times en la que arremetió contra los gestores políticos y económicos locales que habían conducido no sólo a su país, sino al mundo entero a la crisis. “No veo a ninguno en la cárcel ni decomisados sus bienes para solventar en algo la penuria de los que han empobrecido”, escribió.

Al llegar a Inglaterra con la misma gira tampoco se libró de las críticas el primer ministro británico. Björk recordó a los medios ingleses la «injustificable» decisión del mismo de recurrir a la legislación antiterrorista con el fin de congelar los bienes islandeses en el Reino Unido.

Pero ante la situación no todo fueron críticas. Igualmente se puso a elaborar una plataforma en defensa del medio ambiente cuya campaña en pro de alternativas sostenibles ella avala por todo el mundo.

 A pesar de todo lo anterior y primordialmente Björk es una artista. Y una de las más singulares en el mundo, cabría decir. El arte no nace por generación espontánea. Todo es parte de una cadena de influencias a las que el talento individual sintetiza y conduce a la originalidad. Eso es Björk en primera y última instancia: una artista original.

Björk es una islandesa cuya originalidad se ha convertido en parámetro para los creadores en general y para el género femenino en particular. Ella es un especímen ejemplar que se liga a una cadena etérea que siempre pugna por ir a la vanguardia.

Björk es cantante. Así lo decidió cuando cumplió los tres años de edad y empezó a hacerlo con las piezas de un musical: The Sound of Music. Luego creció escuchando en su casa a Hendrix, Janis Joplin y Eric Clapton, pero también a Simon & Garfunkel. Y cuando iba de visita con sus abuelos, éstos la arropaban con la música clásica y el jazz. A los nueve años ya es el blues vía los hermanos Winter (Johnny y Edgar) lo que la emociona y motiva.

 

El canto la singulariza en la escuela donde participa en los festivales. En casa, su madre le inculca valores ecologistas y otras constantes hippies. Su padrastro es músico y la insta a estudiar música y composición. Lo cual hace. Pero igualmente se vuelve coleccionista de insectos, apasionada de las ciencias naturales y de la física. Por otra parte, es la única niña en millones de kilómetros a la redonda que tiene a un antropólogo como héroe: David Attenborough.

A los 12 años graba su primer disco con ayuda de su padrastro y sus amigos músicos. Es un álbum compuesto de cóvers en islandés de gente como los Beatles y Steve Wonder y alguna que otra composición particular. Además del canto comienza a interesarse por la batería. Con ella como instrumento forma un grupo de punk femenino con el que critica el feminismo quejumbroso y victimista.

Al punk le sigue el jazz de fusión y el pop con otros grupos. A los 15 años ya tiene mucha experiencia escénica y apariciones mediáticas. Tras diez años de seguir el consejo de su padrastro, Björk se gradúa de la escuela de música como pianista clásica. Cuenta ya con las herramientas de la academia y del empirismo. Entra entonces a formar parte de un grupo de after punk al comienzo de los ochenta.

Luego de la aventura after punk se inclina por el underground del rock gótico en el que utiliza las referencia vanguardistas que le heredó el primero, el jazz y el hardcore. A la experiencia musical agrega ahora la de la maternidad y el canto clásico. Sin embargo, la inquietud no merma en ella y decide formar a los Sugarcubes e internacionalizarse. Su concepto surrealista en la lírica y la extravagancia sonora les generan el éxito.

Paralelamente a su desarrollo musical, Björk inicia una carrera como actriz. Tiene papeles en películas como The Juniper Tree y en obras de teatro para la televisión islandesa.  Para entonces, ya ilustra las portadas de diversas revistas anglosajonas especializadas en música que alaban sus composiciones y variada arquitectura sonora. Tres años durará el embeleso en el que se mezcla la música con la literatura y la poesía.

El ocaso de los Sugarcubes motiva a Björk a participar en otros proyectos. Como clarinetista forma parte de la Banda de Konrad B. El comienzo de los noventa llega con la llamada del jazz. Lo hace vía el bebop y un trío. Canta en islandés e inglés piezas conocidas y otras que resultan rarezas. La muerte del pianista trunca el proyecto y la cantante cultiva ahora el interés por la música house. Se reactiva el grupo Sugarcubes y lanzan su disco más famoso tras el cual la banda se disuelve definitivamente.

Björk se muda a Londres e inicia una carrera como solista. En su obra primará desde entonces el perfeccionismo. Llama al productor de Massive Attack. Nelle Hopper para que la asesore. La high-tech será su instrumento decisivo de aquí en adelante. Obtiene el primer hit bajo su firma con el disco Debut, de 1993. De ahí en adelante el nombre de Björk estará siempre asociado al arte musical independiente y vanguardista. Ella confirmará con cada nuevo álbum (siete de estudio hasta la fecha) dicha ubicación.

Tras la primera década del siglo XXI Björk es la encarnación del ideal del artista contemporáneo: Talentosa, original, ecléctica, independiente, creativa e inquieta sobremanera. Ha cultivado el multiinstrumentismo, la composición, la utilización de los artilugios sonoros más avanzados (como el Reactable), el conocimiento musical, el show multimedial (incluyendo el audaz maquillaje y vestuario con referencias antropológicas y futuristas), filma sus propios videos, es actriz de cintas inteligentes para cine y televisión (Dancer in the Dark, Drawing Restraint 9), diseñadora gráfica y de ropa, activista de causas sociales y escritora.

A ello habría que agregar sus pasiones paralelas: la entomología, las ciencias naturales, la física y la  antropología.

En el rubro de la escritura ha publicado tres libros: el primero, Um Urnat frá Björk (un cuento de hadas), es un libro de poemas férricos coloreado a mano por ella misma. El segundo, Björk, es un libro fotográfico del género biopic, en el que la autora documenta su biografía artística (con fotos de muchos artistas de renombre) e incluye una entrevista grabada con su héroe desde la infancia: el antropólogo David Attenbourough.

El tercero es Björk Live Book, es la publicación de una larga entrevista personal sobre su carrera como solista y álbum por álbum e información sobre cada una de las personas que ha trabajado con ella a lo largo de su carrera.

Björk es hoy –con dos décadas de trabajo sólido y ejemplar– un nombre muy grande en la escena y un colectivo cultural de la mayor trascendencia, cuya obra siempre es esperada, documentada, analizada y copiada, por la imaginación que despliega y, sobre todo, por el avance musical que representa.


 

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