68 rpm. / IV
PRIMAVERA DE PRAGA
Por SERGIO MONSALVO C.
En lo político, la revuelta general de 1968 fue breve y en la mayoría de los lugares se impuso el retorno al orden establecido. Ni en Berkeley ni en Tokio ni en Roma ni en Berlín ni en París ni en México, por citar los principales escenarios de aquellos movimientos, estuvo en juego el poder político ni su ocupación entraba realmente en las expectativas de quienes llenaban las calles con sus protestas.
El principal elemento común de dichas protestas fue el antiautoritarismo, en todos los ámbitos: familiar, social y político. Lo que se tradujo en una desconfianza en las instituciones, empezando por el Estado, pero también en los partidos, tanto de derecha como los comunistas, a los que por su dudosa actuación se les consideró parte del mismo establishment retardatario contra el que iban las movilizaciones.
Sólo hubo un país en que la de 1968 fue una auténtica revolución y obtuvo los resultados políticos y la consecución de los ideales colectivos tras una ardua y larga lucha civil: Checoeslovaquia. En medio de la confusión de aquel año, tal sociedad lo tuvo todo claro desde el principio.
Un ejemplo para ilustrar lo anterior: Cuando Rudi Dutschke (uno de los líderes de los movimientos contestatarios de Alemania Occidental) realizó una visita a Praga (la capital checa), en pleno auge del movimiento reformista, los estudiantes locales se quedaron sorprendidos ante su insistencia en que la democracia pluralista era el verdadero enemigo, porque para ellos, para los checos, era la meta. Por eso Checoeslovaquia fue la diferencia, a la larga, en los resultados políticos. Llevaron a la práctica los eslóganes de los graffiti.
“Los que hacen las revoluciones a medias no hacen más que cavar sus propias tumbas”
El régimen estalinista checoeslovaco enfrentaba una creciente movilización de la juventud y la intelectualidad. En 1968 la crisis de la cúpula se combinó con el impulso de un enorme movimiento popular. Estalló así la llamada “Primavera de Praga».
«Para poder discutir sobre la sociedad en que se vive, es necesario antes ser capaz de discutirse a sí mismo»
El periodista Adam Michnick, lo explicó así: «Los eslóganes que se gritaban en La Sorbona o en Berlín oeste estaban dirigidos contra el capitalismo, la sociedad de consumo, la democracia burguesa y también contra Estados Unidos y la guerra de Vietnam. Para nosotros era una lucha por la libertad en la cultura, en las ciencias, en la memoria histórica, por la democracia parlamentaria y contra el imperialismo soviético».
“Sean realistas, exigan lo imposible”
Fue cuando la sociedad civil –con sus representantes más destacados–tomó la iniciativa de redactar, en este sentido, lo que pasaría a la historia como el «Manifiesto de las 2000 palabras». Éste fue un llamado a la acción; para acabar «con los que se abusaron del poder y se comportaron de manera deshonesta y brutal». Apelaba a todos los medios posibles: «Críticas públicas, adopción de resoluciones, huelgas, etcétera» y al desarrollo de una organización propia, independiente, en lucha contra el aparato (estalinista) y el restablecimiento de la democracia formal.
La reacción fue casi inmediata. En agosto cinco mil tanques rusos y 200.000 soldados invadieron Checoeslovaquia para aplastar aquella “Primavera”.
Por eso la checa fue la excepción del 68. Se trataba de un proceso de cambio desde el poder. Y fue la contrarrevolución –la ocupación del país por los tanques del Pacto de Varsovia, dirigida desde el Kremlin– la que combatió a los que pretendían que el socialismo evolucionara hacia formas democráticas, en sintonía con los ciudadanos.
Sin embargo, la lucha del pueblo en conjunto prosiguió por la vía civil sin aflojar, pese a las persecuciones, encarcelamientos, exilios, desapariciones y demás. Vaclav Havel, poeta, dramaturgo y uno de los firmantes de aquel Manifiesto fue electo Presidente de la República Checa en 1993 y llevó a cabo las reformas tan largamente anheladas y puso punto final a una revolución triunfante.
Por otro lado, Hecor Zazou, el artista de la vanguardia y la experimentación, tanto de la música como del performance y del video, además de partícipe del mayo francés del 68, reflexionó en uno de sus libros sobre la estética sonora: “Cuando yo era adolescente, igual que mis amigos universitarios, escuchábamos el rock y lo cantábamos fuerte en nuestras barricadas callejeras. Desde entonces he oído nuevos discos durante décadas, sin olvidar aquellos temas y nunca dejo de preguntarme lo mismo: ¿Qué hay tan fuerte, tan auténtico, en la música de los años sesenta para que se puedan sentir aún hoy sus grandes ecos?”
Obviamente Zazou sabía que no hay movimiento alguno sin banda sonora, sin soundtrack. Es decir, ninguna corriente sociopolítica, ninguna acción cultural, ningún levantamiento de voz en el ámbito que sea tendrá significancia o trascendencia si no es acompañado, envuelto y avalado por una música característica.
Eso sucedió precisa y puntualmente con la Primavera de Praga y su revolución de terciopelo. Ahí los nombres de los grupos más relevantes que sonorizaron el levantamiento checo fueron el Velvet Underground (y el lirismo de Lou Reed, en especial), The Fugs y Frank Zappa & The Mothers of Invention.
De la influencia y actitud de éstos surgió un grupo local, The Plastic People of the Universe, que confirmó aquello de que la revolución en la música popular se practica dentro del contexto social influido por los deseos comunitarios domésticos y ajenos coincidentes, pero las decisiones del cómo y del por qué quedan a cargo, por lo general, de los individuos, de cada uno de los exponentes con sus expresiones artísticas particulares.
Justo unas semanas después de la invasión soviética se formó el grupo cuando el historiador y crítico cultural Ivan Jirous le presentó al bajista Milan Hlavsa al guitarrista Josef Janic?k y al cellista J?r? Kabeš. Comenzó así su andar. De Frank Zappa tomaron el título de una de sus piezas para nombrarse a sí mismos.
Jirous, quien se había convertido en su representante, sostenía que el inglés era la lengua franca del rock y empleó al canadiense Paul Wilson, que daba clases de inglés en la Universidad de Praga, para que tradujera las letras del Velvet Underground y de los Fugs (grupo contracultural estadounidense) al checo. La banda las estudiaba para después hacer cóvers de ellas.
Poco a poco Plastic People of the Universe se erigió en el principal representante de la corriente musical denominada “Praga Underground” y al grupo se fueron agregando integrantes como el saxofonista Vratislav Brabenec, por mencionar alguno.
Su apego al vanguardismo experimental, empatado con una lírica creada por poetas invitados (Egon Bondy, Ladislav Klíma y Ji?? Kolá?, entre otros), plena de metáforas sobre la represión, la falta de libertad y las atmósferas opresivas, convirtieron al grupo en adalid sonoro del movimiento contestatario que se había generado desde antes de la invasión a su país.
Estre sus seguidores más constantes estuvo el poeta e intelectual Vaclav Havel, quien como uno de los líderes del movimiento los apoyó cuanto pudo mostrando su admiración por su labor y por su música.
En plena efervescencia de la banda cientos de fans los seguían a donde tocaran por Checoeslovaquia. La policía tomó nota de ello. Ante el inconformismo con el regimen estalinista (irradiado desde Moscú) y la creciente ola de protestas, el gobierno prosoviético les revocó la licencia como músicos y ya no pudieron presentarse ni tocar en público. Sólo les quedó la clandestinidad. Siguieron actuando a escondidas y ante públicos escasos que de manera oral fueron incrementando su leyenda.
A la postre varios integrantes del grupo fueron detenidos y luego encarcelados, al igual que decenas de estudiantes. Los restantes miembros continuaron en el underground y mantuvieron su postura anti-establishment como parte del movimiento cultural checo. En esa época lanzaron dos discos de sus actuaciones en vivo: Muž bez uší (1969-72) y Vožralej jak slíva (1973-75)
Los cargos imputados a los músicos para encarcelarlos fueron los de “organizar disturbidos para alterar la paz” (sedición). Paul Wilson fue deportado a su vez. La protesta ante estos arrestos creció con Vaclav Havel al frente enarbolando la Carta 77 (de la que emanó la Declaración de Independencia checa). Los detenidos fueron reemplazados por otros músicos para continuar con su mensaje libertario. A ellos se unieron muchos miembros de la intelectualidad, entre poetas, escritores, cineastas y filósofos.
El primer álbum de estudio del grupo apareció en 1978 con el nombre de Egon Bondy’s Happy Hearts Club Banned, en referencia al famoso disco de los Beatles. Las grabaciones del grupo se hacían en condiciones adversas y eran sacadas del país a escondidas para producirlas en estudios de otros lares como Francia o Canadá. Lugar donde (además de Wilson) había sido forzado a emigrar al saxofonista Vratislav Brabenec.
Tras la caída de regimen y el triunfo de la Revolución de Tercipelo la banda se desintegró en 1988. Una década después a petición del entonces ya Presidente de la República, Vaclav Havel, el grupo se volvió a reunir en conmemoración al 20 aniversario de la Carta 77.
Desde entonces han actuado y grabado álbumes regularmente al igual que sufrido el fallecimiento de uno de sus principales miembros (Milan Hlavsa). Paul Wilson se convirtió en el traductor oficial del trabajo poético de Havel al inglés, quien, a su vez, en su toma de posesión como presidente tuvo como invitados los miembros de la banda y a Lou Reed, quien le realizó una larga entrevista para la revista Rolling Stone.
Efectivamente Toda época histórica, todo ísmo artístico, se apoya en las notas que abstraen sus ideas y lo divulgan con cantos y composiciones que lo definen (o definirán a futuro) en el oído. El 68 de las hoy Repúblicas Checa y Eslovaca evocan con la música de Plastic People of the Universe la época que les brindó el futuro promisorio del que hoy gozan. Todo un triunfo revolucionario.
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