68 r.p.m.
SOUNDTRACK DE LA REVUELTA/I
Por SERGIO MONSALVO C.
Una revuelta significa escindirse de la tutela de cierta sociedad, de su forma de vida. Es un “¡NO!” rotundo a un estado de cosas y la afirmación de valores opuestos o nuevos.
Cuando la vida no satisface las reales necesidades de las personas –impide que éste goce y sienta, que se comprenda, forme y asuma en definitiva su propia individualidad y libertades— motiva el surgimiento de la revuelta, el rechazo al sistema que lo impide.
Entendido así, tal movimiento emerge como ese enorme NO a la sociedad y a sus manejos. Debido a eso exige el fin de las ideologías, tradicionales y obliga a que se empiece a ver por las nuevas.
La revolución, en la que puede terminar una revuelta, aspira a la permuta en todos los órdenes de la vida, y en cada aspecto es fundamental encontrar idearios que respalden en teoría las realizaciones concretas de cada campo: los que busquen una nueva visión del mundo, los que fundamenten el cambio.
El terreno musical desde el comienzo de los tiempos ha tenido movimientos en este sentido. De manera intrínseca en la música popular surgida a mediados del siglo XX existió el anhelo y el conocimiento de que el futuro siempre traería innovaciones y discontinuidades.
Y aunado a dicho sentimiento la seguridad también de que las transformaciones esenciales acarrearían con ellas polémicas encendidas y censura, lo mismo que legitimaciones hacia los hechos sociales de los que fueran producto.
Porque toda corriente musical necesita del soporte social y los fundamentos históricos y artísticos para convertirse en un género de trascendencia, en una revolución cultural a final de cuentas.
No hay movimiento sin soundtrack, sin banda sonora. Es decir, ninguna corriente sociopolítica, ninguna acción cultural, ningún levantamiento de voz en el ámbito que sea tendrá significancia o trascendencia si no es acompañado, envuelto y avalado por una música característica.
Toda época histórica, todo ísmo artístico, se apoya en las notas que abstraen sus ideas y lo divulgan con cantos y composiciones que lo definen en el oído.
En el año de 1968, el de las 68 rpm. aparecieron no uno sino muchos discos, hoy clásicos, que durante aquel célebre e icónico periodo emitieron consignas de cambio y nuevos estilos tanto musicales como sociales. Hubo razones para ello.
“El contenido de la música popular era muy importante, pero su forma contaba aún más”, escribió el respetado historiador Tony Judt en su libro Postguerra, refiriéndose a aquellos días.
“En la década de los sesenta la gente prestaba una atención especial al estilo. Podría pensarse que esto no era tampoco nuevo. Pero lo que sí constituyó una novedad de la época fue que el estilo podía sustituir directamente al contenido”, explicó Judt.
Testificó que se trataba de una música que, “aunque sus letras a menudo resultaban naive”, se rebelaba en su tono que se amotinaba. “La música, por decirlo así, protestaba por uno”.
A continuación iniciaré con éste una serie de programas para hablar de los discos clásicos más emblemáticos de ese año de definiciones, estilos, creación de géneros, corrientes, movimientos y revoluciones, grandes y pequeñas, que hicieron de dicho lapso en el tiempo un hecho histórico, el cual comenzó en Francia en el mes de mayo y brotó por doquier en el mundo en el siguiente semestre con distintos objetivos y resultados. Los graffiti enunciadores son proporcionados por aquellas paredes parisinas.
“Olvídense de todo lo que han aprendido. Comiencen a soñar”
MUSIC FROM BIG PINK
THE BAND
Existen en el rock las especies de los que siempre buscan lo auténtico. The Band perteneció a ellas. Errabundo grupo que deambuló entre la geografía canadiense y los Apalaches estadounidenses. Siempre se mostró fascinado por la ontología musical norteamericana y su obra relató de principio a fin las mitologías que encontró en el camino. Sus miembros fueron testigos y apoyo de lujo en el florecimiento de Bob Dylan. Luego continuaron con su propia historia. Con Music from Big Pink (grabado en la mágica zona de Woodstock) inauguraron un fresco emocionado y atemporal donde las raíces y la modernidad se dan la mano.
«La imaginación toma el poder»
(THE WHITE ALBUM)
THE BEATLES
El Big Bang beatle tras la acumulación de energías diversas. La propuesta estética de la portada misma es toda una manifestación de principios en la que el cuarteto muestra la plena voluntad de retornar a lo elemental, pero por la vía individual. La creación de universos particulares carentes de superproducción habla de las expansiones y de toda una profusión de estilos que bullían en el ámbito de lo propio. Fue tal el derrame propositivo que se tuvo que editar en un álbum doble. Las mentes de los Fab Four trabajando a tope (incluso la de Ringo). ¿Su obra maestra? Es una cuestión subjetiva. Al igual que escoger una pieza representativa.
«Cuanto más hago el amor, más ganas tengo de hacer la revolución”
CHEAP THRILLS
BIG BROTHER & THE HOLDING COMPANY
A unos músicos apenas competentes de la época psicodélica de San Francisco su cantante los elevó por encima del nivel. Ella fusionó su voz de torbellino bluesero (que la abrazaba de los pies a la cabeza) con la fuerza eléctrica de una banda de rock. “Ball and Chain”, “Piece of My Heart”, “Turtle Blues” y “Summertime” fueron triunfos emocionales de Janis Joplin. Nunca se había oído una voz así salida de una mujer blanca. Fue el nacimiento de una estrella, con el sexo y las emociones fluyendo en forma total, candente, veraz y profundamente. La portada, una joya de Robert Crumb, adalid del comic underground.
«Es necesario llevar en sí mismo el caos para poner en el mundo una estrella danzarina»
VINCEBUS ERUPTUM
BLUE CHEER
Esta agrupación sintetizó sonoridades y fue pionera de un nuevo concepto musical. El trío –un oscuro y denso grupo de la ciudad de San Francisco– le agregó la pesadez metálica al blues y lo aderezó con el noise producto de los efluvios lisérgicos y marihuanos de la comunidad más pacheca (stoner) de Frisco. La pieza “Summertime Blues”, un irónico himno del rockabilly de la autoría de Eddie Cochran (compuesto una década anterior), como todo buen clásico le sirvió al trío de revisitación y detonante, tan atronador y pesado que algunos lo consideran –no sin razón– la primera manifestación del heavy metal.
«Yo me propongo agitar e inquietar a la gente. No vendo el pan, sino la levadura»
THE NOTORIOUS BYRD BROTHERS
THE BYRDS
Inauguraron una nueva corriente rockera, el folk-rock, y se constituyeron en una incomparable agrupación bajo la influencia de Bob Dylan, el estilo de los Beatles, el country and western y el rhythm and blues, con lo cual originaron el nuevo rock norteamericano. Las novedosas armonías vocales y de la distinguidísima guitarra de Roger McGuinn les acarrearon el éxito inmediato. Sus experiencias con las drogas y la experimentación musical produjeron resultados que se pueden paladear en todos sus discos (incluso con los cambios de formación). Como trío, editaron The Notorious Byrd Brothers y Sweetheart of the Rodeo.
«La libertad es la conciencia de la necesidad»
WHEELS OF FIRE
CREAM
En 1968 el énfasis en el trabajo de Cream se alejó de la elaboración minuciosa en el estudio, colocándose, por ende, en maratónicos y virtuosos conciertos. Éstos dieron lugar a estimulantes improvisaciones colectivas. Las grabaciones en vivo incluidas en Wheels of Fire tuvieron su punto álgido en una versión de «Spoonful» de Howlin’ Wolf, armada en torno a una fina estructura de 15 minutos de duración. De este álbum doble la mitad de estudio incluyó los temas «White Room» de Bruce y Brown, «Politician» de Clapton y «Pressed Rat and Warthog» de Baker. El disco fue la cumbre artística del grupo y su culminación.
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