MOMUS
ALTEREGO ALTERMODERNO
Por SERGIO MONSALVO C.
Hace poco más de medio siglo Jack Kerouac, escritor e icono cultural, dijo que “no había lugar a dónde ir, excepto a todas partes”. Lúcidas palabras de alguien para quien el viaje era un fin en sí mismo.
Los aventureros de hoy con los nuevos medios de comunicación, la tecnología y el arte tienen opciones diversas para hacer aquello que se planteó el mantra de Kerouac.
Ejemplo destacado de ello en la actualidad es Nick Currie (multifacético creador nacido el 11 de febrero de 1960, en Paisley, Escocia).
Currie es un tipo que en su década cincuentenaria es capaz de mudarse de ciudad y país reiteradamente (Londres, París, Tokio, Nueva York, Berlín), desafiando el sedentarismo conformista.
Este escocés ha grabado 25 discos de culto, hasta el momento, desde el inicial Circus Maximus (de 1986) hasta el reciente Bibliotek (2012) en el indie subterráneo.
Lo ha hecho a través de varias compañías independientes a lo largo de los años, como la Creation Records, hoy cerrada. Y en estilos diversos como el post-punk, el dark acústico o el pop gaélico.
Pero también con variaciones electrónicas avant-garde con influencias de Jacques Brel y Serge Gainsbourg, bajo el alterego de Momus – nombre de aquel dios de la sátira y la mofa en la mitología griega—.
Su radical postura indie lo ha llevado a retar a las grandes compañías discográficas, dueñas de los masters de algunas de sus grabaciones, al regalar por la Web el contenido de media docena de sus primeras y ya inconseguibles obras.
Nick Currie o Momus se ha desarrollado como un comunicador vanguardista nato. Tanto como músico, como escritor o periodista estrella de revistas como Wired, Vice o Design Observer.
Como escritor ha publicado varios libros donde expone sus adelantados conceptos acerca de la comunicación en la era digital en la que vivimos. Entre ellos: The Book of Japans, The Book of Scotlands o The Book of Jokes.
En ellos mezcla la ciencia ficción con diversos recursos y herramientas escriturales, que van del cómic a la autoficción, del testimonio cultural al manejo de los lenguajes tecnológicos.
Currie es un tipo que a pesar de haber mantenido un reconocido y sustancioso blog cultural (“Click Opera”), seguido por cientos de miles de internautas, lo cerró en el punto más alto de su popularidad porque quiso trabajar por otros caminos y con otros objetivos, llevando más allá el uso de las redes sociales.
Es un artista, finalmente, que cuando otros a su edad ya han encontrado su nicho y viven de explotarlo ad infinitum, él opta por la vanguardia y militar en nuevas corrientes de pensamiento como el altermodernismo.
La idea básica de dicha estética (conceptualizada en primera instancia por el crítico francés Nicolas Bourriaud) sugiere que el período posmodernista llegó a su fin, simbolizado por la crisis financiera global.
Tal era ha sido reemplazada por el altermodernismo: “Una redefinición in progress de la modernidad en esta era que se centra en la experiencia de vagabundear en el tiempo, los espacios y los medios”.
Currie, haciéndose eco de tal concepto, ha canalizado su labor de migrante y nómada cultural hacia la idea de otredad y su multitud de posibilidades, incluyendo el cosmopolitismo como objetivo, necesidad y plataforma.
Este vanguardista contemporáneo traduce y transcodifica la información de un formato a otro, excediendo la disciplina del arte y abordando la actualidad en todas sus facetas: económicas, políticas y culturales.
Por eso los soportes en los que este artista trabaja son tan versátiles como la época lo requiere: desde la fotografía, el cine, el video, la telefonía celular, el audio (en cualquiera de sus derivados).
De Internet utiliza sus diversas maneras de conexión; de la radio la streaming on line; de la escritura, la ficción literaria y el periodismo –como hemos visto–.
Asimismo es diseñador, tanto sonoro como de la imagen. Su obra ha sido expuesta en extraordinarias instalaciones realizadas en galerías tanto como en espacios urbanos.
Es decir, Nick Currie es un artista con una visión poliédrica del presente que propone definiciones nuevas y formas de arte que celebran la sinergia y el espíritu de la cultura contemporánea.
Tres muestras de su reciente quehacer son, por ejemplo: una exhibición de fotos en la Tate Gallery de Arte Británico de Londres, junto a su performance estilo karaoke enraizado en el teatro de cabaret y el vodevil con una visión cibernética.
Asimismo, la edición del libro fotolog.book, a global snapshot for the digital age (fotolog.book, una “instantánea” global para la era digital) una selección fotográfica tomada por la comunidad internáutica con cámaras digitales y de telefonía celular que reflexiona sobre la vida actual.
Igualmente está su labor musical con los recientes discos Hypnoprism (2010), The Thunderclown (2011) y Bibliotek (2012), bajo el nombre de Momus.
En ellos reconstruye con humor sus canciones favoritas en YouTube con la idea de juntar imágenes y sonido para crear un nuevo artefacto audiovisual.
Lo mismo que diseña collages y frescos sonoros donde juega con el tiempo y el espacio o da su punto de vista armónico o de perspectiva sobre el presente y futuro de los libros.
Nick Currie es, pues, un artista altermoderno. Un heredero de aquella consigna de Kerouac (“no hay lugar a dónde ir, excepto a todas partes”), que hoy canaliza de diferentes maneras las redes sociales y la tecnología.
Ambas ofrecen a través de su alterego, Momus, un más allá, un incremento estético a sus objetivos de comunicación y amplían la experiencia cultural de “viajar” alrededor del mundo globalizado.
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