714. Navidad XIV (Sonidos clásicos)

Por Sergio Monsalvo C.

El lounge es un género de música, una variación, principalmente del jazz, que se conoce desde mediados del siglo pasado. Se caracteriza por presentar ritmos sensuales y provistos de una instrumentación sofisticada. Esta última está basada, fundamentalmente, en los abundantes sonidos del swing y de la big band, combinado con ideas de diversos géneros, para convertirse en una mezcla sonora placentera y de fácil asimilación.

Hoy por hoy, el lounge es un término amplio que frecuentemente se basa en versiones de piezas populares de hoy, de antaño o tradicionales.

Este subgénero, y sus derivaciones actuales, es sobre todo un “modo de interpretación”, por el que pueden pasar géneros tan diversos como el jazz, la bossa nova, el mambo, el chachachá, el rock, la música étnica, el pop o la electrónica. El resultado es una música fina y agradable. Por extensión, la palabra que define tal ambiente pasó a designar a toda una cultura dedicada al placer, la comodidad y la elegancia. Es toda una estética contemporánea.

Es, pues, un concepto que evidencia de manera perfecta un sonido y una intención en la manera de hacer música, siempre bajo el mismo tenor: música de calidad, interpretada por músicos a la altura.

En tiempos recientes se tiene a esta corriente musical como una alternativa para entrar en relación con otras expresiones artísticas actuales y muy sofisticadas con melodías de buen gusto, sonidos orquestales, acústicos o electrónicos, agradables y atmosféricos con sabor especial, para momentos o épocas determinadas, como la navideña, por ejemplo.

Quienes han llevado esta corriente a su pináculo han sido los crooners. Digamos que todo comenzó hace cien años con la ópera en Italia. Unos, los menos, triunfaban y se contrataban con las grandes compañías para viajar por el mundo y presentarse en las salas más famosas. Pero también estaban los otros, los más, que a pesar de practicar bien el bel canto no hallaron cabida en la escena de aquella música elitista. Y entonces, que podía hacer un cantante pobre y desempleado sino entrar a trabajar a los cabarets y bares con variedad, para poder mantenerse.

También podían viajar, en cuarta clase, con rumbo al sueño americano y aprovechar sus talentos. Así arribaron a los Estados Unidos los pioneros de lo que a la postre se conocería como los crooners.

Hicieron suyo el canto sentimental y el susurrado con inflexiones. La limpieza del nombre comenzó con la llegada de la radio en los años veinte del siglo XX y su masificación.

Luego aparecieron los herederos: Bing Crosby, Dean Martin, el propio Frank Sinatra, Nat King Cole, Sammy Davis, etcétera. Ellos llevaron a lo más alto un oficio que se ha estabilizado en nuestros días tras algunos años en decadencia debido a la preeminencia del rock y el pop.

Y lo han hecho de manera inteligente y, como desde sus comienzos, agregando a su talento vocal los materiales de la canción popular. Los estilos personales se han enriquecido con los filones de Broadway, los soundtracks y las listas de popularidad, o sea, los standards. Pero el swing está en manos de cantantes capaces de mantener el tipo ante una big band.

La música reclama también esa experiencia, pero con algunas condicionantes: un nuevo orden para interpretar los valores conocidos y la ruptura de la linealidad temporal que lleva implícita, cumplido esto no queda más que aplaudirlos espontáneamente. Aplaudir lo que ya se conoce, pero parece nuevo bajo su estética, como en el caso de Michael Bublé, ejemplo del crooner actual.

Bublé (nacido en Buranby, Columbia Británica, en 1975), es un cantante con varias características en su haber. Es poseedor de una poderosa voz con excelente uso de los tonos y las armonías, además de derrochar elegancia tanto en sus interpretaciones como en su accionar escénico. Está por encima de todos los cantantes de tal estilo que actualmente pululan por el mundo. Tiene categoría y, sobre todo, calidad.

Esos valores inaprensibles e innatos que lo identifican con su forma de hacer música, confortable, asequible, bien hecha en su selección y orquestación y mejor acabada. Sin embargo, este artista no sólo hace música de calidad, sino que además la sabe exponer y vender. Es un tipo que alienta al escucha, que lo hace mantenerse consciente de lo que está oyendo y disfrutando con ello.

Como los auténticos crooners aparece en el escenario como una estrella: siempre elegantemente vestido y con una actitud que reboza presencia y dominio de su quehacer, creando un ambiente distendido y receptivo. Es un crooner moderno cuyo repertorio abarca del swing al pop, del songbook estadounidense (donde se le atribuye haber ayudado a renovar el interés del público por los standards tradicionales, siguiendo la estela de intérpretes como el mencionado Frank Sinatra, Tony Bennett o Nat King Cole) al rock en formato de versiones, no cóvers.

Con ello ofrece un confortable espacio de comunión en el que nadie se siente extraño. Eso lo logra tanto en el escenario como en los discos. Y en el navideño que hizo (hoy clásico), ni qué decir. Es uno, que hasta los que refunfuñan con la Navidad lo disfrutan, con la sensación de estar incurriendo en un placer culpable.

Christmas fue el séptimo álbum de estudio de Michael Bublé, publicado en 2011, cuando el cantante sintió que su carrera estaba más que consolidada. En él colaboraron ????varios artistas conocidos: Shania Twain en “White Christmas” y con The Puppini Sisters en “Jingle Bells”, por ejemplo.

El álbum fue producido por David Foster, Bob Rock y Humberto Gatica y fue grabado en Vancouver y Los Ángeles. En él, Bublé abordó 15 temas clásicos navideños, incluidos “Silent Night”, “Have Yourself A Merry Little Christmas”, “It’s Beginning To Look A Lot Like Christmas” y, por supuesto, “Santa Claus is Coming To Town”.

Como un plus especial, Bublé también escribió una canción original: “Cold December Night”. A propósito del álbum, el intérprete dijo lo siguiente: “La Navidad siempre ha sido mi época favorita del año para mí y mi familia, así que, por supuesto, era un sueño particular hacer el álbum navideño ‘definitivo’. A pesar de que era verano y hacía 35 grados en Los Ángeles, realmente entramos en el espíritu navideño mientras grabábamos el álbum. Teníamos todo el estudio decorado con luces y adornos navideños en él”.

El disco Christmas de Michael Bublé se ha convertido en un clásico al que el tiempo ha legitimado. Pertenece por derecho propio a la misma categoría del de Bing Crosby o al de Elvis Presley. La voz de Bublé es fuerte y clara en todo momento. Canta con solvencia, intención y flexibilidad. Y, por si fuera poco, el sonido es perfecto. En ‘White Christmas’ compite definitivamente con la versión de Crosby, pero Bublé le da un giro y agrega la voz de Shania Twain a la mezcla, que resultó brillante.

El escenario sonoro y la dinámica están bien representados además por sus versiones de “Holly Jolly Christmas” y “Have Yourself A Merry Little Christmas”. Todos los temas fueron arreglados para piano y voz. Michael Bublé después de tal lanzamiento exitoso (ventas certificadas, premios y reconocimientos) fue apodado “Mister Christmas”, con justa razón.

¡FELICES FIESTAS!

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