701. Michael Mcclure (II): Oda a las ballenas

Por Sergio Monsalvo C.

Con el bagaje local californiano sesentero aunado al foráneo se fundió Michael McClure: en Sudáfrica se realizaba el primer trasplante de corazón en el mundo; en Londres, los Beatles lanzaban Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, una grabación paradigmática del rock, la psicodelia y la cultura popular en general y cantaban “All You Need Is Love” —pieza que se convertiría en himno— en una trasmisión televisiva a nivel internacional denominada Our World.

Con Cassius Clay, convertido en Muhammad Alí, que se rehusaba públicamente a hacer el servicio militar argumentando cuestiones de carácter religioso, mientras Vietnam estaba en plena ebullición con operaciones militares a cual más sangrientas e infames. Al respecto, el periódico New York Times informaba que el ejército estadounidense efectuaba experimentos bactereológicos durante los combates.

China, a su vez, ponía en evidencia sus afanes imperialistas y enviaba tres divisiones de combate al Tibet, de donde ya no se saldría, y a mediados de año haría estallar su primera bomba de hidrógeno para respaldar su presencia y andanzas mundanas. En medio de todo ello se desarrollaba el “Verano del Amor” que, paradójicamente había comenzado en invierno.

El 14 de enero el “Summer of Love” nació en el Parque Golden Gate de San Francisco, y reunió a cerca de 30 mil personas para manifestarse contra la guerra y a favor de los nuevos valores: “Gathering Of The Tribes For A Human Be-In”, fue el lema y el hecho estuvo respaldado por la música de Grateful Dead y Jefferson Airplane, entre otros, con la participación de los poetas beat Allen Ginsberg y Michael McClure, el promotor del LSD Timothy Leary. El estribillo a memorizar: “Turn on, tune in, drop out”.

Sería el primer evento masivo en la historia de aquel año de 1967, conformado por personas venidas de todos los rincones de los Estados Unidos, pero también de Canadá, Europa, Latinoamérica y hasta de Nueva Zelanda y Australia (la creación de una población instantánea y fugaz, hecha de qué: ¿Vagabundos, peregrinos? Músicos y asistentes: viajeros cósmicos  en el Año Internacional del Turismo). Año del irrepetible Verano del Amor.

Michael McClure llegó en 1954 a aquella ciudad que era el refugio de los bohemios, el centro de una intensa vida cultural que se desarrollaba en toda la región de la Bahía. Se convirtió un integrante esencial del núcleo de los poetas beat vinculado al Renacimiento Poético de San Francisco en los años cincuenta y se llegó a identificar de tal manera con la ciudad que, a mediados de los 60, alguien como Barry Miles —un activista (contra) cultural— lo consideraba “el príncipe de la escena de San Francisco.”

Presente en los momentos icónicos de la andadura beat, los temas que trató y la manera en que lo hizo inciden aún más en la centralidad de su conexión con este movimiento.

McClure de apenas 22 años, fue el más joven de los poetas que leyeron en la histórica lectura celebrada en 1955 en la Six Gallery de San Francisco —los otros fueron Ginsberg, Gary Snyder, Philip Whalen y Philip Lamantia, y con Kerouac entre la audiencia—. Uno de los dos poemas con que contribuyó fue “Por la muerte de 100 ballenas”, texto que ya prefiguraba lo que sería una de las preocupaciones esenciales de su poesía, en sintonía con los otros miembros del grupo: una suerte de ecologismo de avanzada. La Generación Beat trató profundamente sobre la naturaleza área que expandieron y sustentaron con su radical toma de posturas sociopolíticas.

Habla McClure:

“En abril de 1954, la revista TIME describió a setenta y nueve soldados estadounidenses aburridos, estacionados en una base de la OTAN, en Islandia, asesinando una manada de cien orcas. En una sola mañana, los soldados, armados con rifles, ametralladoras y barcos, reunieron y dispararon a las ballenas hasta su muerte.

Leí este poema en mi primera lectura, en 1955.

 

Colgadas mar adentro

Como un bote en el aire

Los transatlánticos perturbaron sus praderas:

Los transatlánticos de carne,

Los vapores del Ártico.

 

Cerebros del tamaño de un balón de fútbol

Bocas del tamaño de una puerta.

 

Los lustrosos lobos

Segadores y recolectores del ganado marino.

LOS GIGANTESCOS RENACUAJOS

(Carne su alga)

Saltaban

Como ovejas o niños.

 

Les disparaban desde el aburrimiento del mar.

Retorcidas y desfiguradas

(¡¡Goya!!)

Arrojaban sangre y esperma.

Incienso.

 

Oh Lawrence

Ningún ángel baila esos puentes

¡OH ARMA! ¡OH ARCO!

No hay iglesias en las olas,

Ninguna santidad,

Ningún paso ni cruce

Desde la mojada costa de las bestias.

 

Acompañados por músicos de jazz tales poetas cayeron ahí con el pie derecho y comenzaron a recitar los llamados “mensajes espontáneos”, textos concebidos para ser escuchados, en los que registraba puntualmente la dicción del habla coloquial que ya nunca se ausentaría de su discurso poético. La ciudad se convirtió entonces en punto de reunión de poetas.

(Pero McClure también fue rockero de corazón y composición: fue un amigo de Jim Morrison, y generalmente se le reconoce como responsable de promoverlo como poeta. ?Realizó conciertos de spoken word, poesía hablada, con el tecladista de The Doors, Ray Manzarek, hasta la muerte de este último en 2013; se publicaron varios álbumes de su trabajo. Su colaboración artística fue objeto del documental The Third Mind de William Tyler Smith. ?McClure también contribuyó con el epílogo de No One Here Gets Out Alive, la biografía seminal de The Doors de Jerry Hopkins y Danny Sugerman. Apareció leyendo un poema en la película de despedida de The Band: The Last Waltz, de Martin Scorsese. Entre las canciones compuestas por él se incluye «Mercedes Benz», popularizada por Janis Joplin).

Hoy, las cosas han cambiado. El San Francisco de la contracultura y de las luchas sociales ahora es un parque temático para turistas y un enclave de multimillonarios de la tecnología y del comercio electrónico. Los alquileres de los departamentos son tan elevados por lo mismo y han alejado a la gente común que no puede sufragarlos.

Ha crecido la población de los homeless, los sin techo, cuyos crecientes campamentos se cobijan junto a complejos residenciales, en donde esperan recoger alguna de las migajas que tiran éstos a la basura. Michael McClure murió a la edad de 87 años (4 de mayo del 2020) para ya no ver todo eso y volver a morir.

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