696. Sonidos del dragón (La China actual)

Por Sergio Monsalvo C.

Tres elementos básicos se mezclan y entran en conflicto en la música popular china entre las últimas décadas del siglo XX y las primeras del XXI.  Primeramente, las piezas instrumentales tradicionales ejecutadas con diversas flautas, así como con instrumentos de cuerda tocados con arco o pulsados, las cuales dibujan sencillos cuadros tonales, como de caballos galopantes sobre una estepa o la luz de la luna sobre las olitas que cubren un estanque.

En segundo término, se encuentran los estilos occidentales que han penetrado en la imaginería popular, desde canciones románticas y obras orquestales hasta el impactante influjo del rock. Y, en tercer lugar, los temas marciales o políticos impuestos en diversos grados por el gobierno comunista.

Antes de la Revolución Cultural (1966-1976) se habían dado en Shanghai, la capital comercial de China, las más claras formas tempranas en que estas dos últimas tendencias revistieron particular fuerza. La influencia occidental, difundida en el mundo de los cabarets, clubes nocturnos y burdeles de los años treinta, se manifestó en lo que se dio en llamar “música amarilla”, compuesta por canciones equívocas (de doble sentido) y románticas acompañadas con melodías chinas y arreglos occidentales de cuerdas.

Los principales exponentes de este estilo fueron, entre otros, el compositor Li Chin?hui y las muy populares cantantes Chou Shuang y Gong Linna, intérpretes de canciones como “When Will You Return”, “The Four Seasons” o “Walking the Pad of Life”, cuya atracción no ha disminuido hasta la fecha.

Al mismo tiempo, Shanghai era un centro del sindicalismo militante y del creciente movimiento comunista, el cual estaba asociado a la causa nacionalista y en oposición al dominio japonés y occidental. De este movimiento surgieron las canciones revolucionarias en las que se combinaban letras políticas, coros masivos y una mezcla de elementos occidentales y folklóricos chinos (los primeros, himnos propagandísticos, bandas marciales y canciones revolucionarias).

Después de la revolución, que encumbró a Mao Tse?tung (o Zedong) en el poder, la música popular experimentó ciertos cambios, pero a pesar de todo floreció durante los primeros 17 años. La política cultural y estética de Mao, con sus fundamentos marxistas?leninistas, consideraba a la música como una herramienta importante en el desarrollo de una sociedad socialista.

Se fundaron proyectos experimentales relacionados con la composición en comuna y el envío de profesionales de la música para vivir y trabajar en comunas rurales. Asimismo, se emprendió la tarea de renovar y modernizar la música folklórica. A pesar de todo ello, la música occidental no fue suprimida; era estudiada en forma tan activa como la china y se permitió una amplia gama de estilos, incluyendo músicas recreativas y de baile.

No obstante, con el advenimiento de la Revolución Cultural en 1966, Mao lanzó a sus brutales Guardias Rojos a erradicar todas las expresiones de la sociedad, excepto el sistema comunista (desolador, espartano y radical), el cual acabó con la mayoría de las manifestaciones de la música popular, circunstancia que continuó hasta la muerte de Mao en 1976.  Se cerraron los salones de baile, se prohibieron las fiestas populares debido a su asociación con el sistema feudal del pasado y muchos intelectuales y artistas fueron asesinados o condenados a trabajar en el campo.

La reducida gama de música permitida era un cuerpo de cinco “óperas modelo” y tres “ballets modelo”, los cuales exploraban variaciones microscópicas sobre el tema del implacable fervor revolucionario y eran repetidos sin fin en la televisión y la radio, así como musicalizaciones de pasajes del Libro rojo de Mao.

El fallecimiento de este último y el restablecimiento en el poder del antes destituido político moderado Deng Xiaoping aliviaron, de cierta forma, dicha desolación artística. Desaparecieron las óperas modelo y adquirió fuerza una amplia variedad de músicas populares, difundidas por la industria reorganizada de la grabación; la compañía discográfica que ejercía el monopolio del Estado fue complementada por las docenas de productoras de discos cooperativas recién permitidas y en las que se admitía el lucro, así como por muchas estaciones de radio regionales.

Uno de los principales estilos en establecerse muy pronto fueron las ligeras baladas occidentalizadas de artistas originarios de Hong Kong y Taiwan, en las cuales el gobierno permitió que de una melodía de la Revolución Cultural se cambiara la letra para introducir el tema amoroso.

Así surgieron cantantes románticos a consecuencia de una serie de “Conciertos de las Nuevas Estrellas” organizada por los promotores (vigilados muy de cerca por el gobierno) a principios de los años ochenta para dar a conocer a nuevos talentos. Debido a tal tutelaje los personajes surgidos de ahí padecieron la ambivalencia oficial hacia el nuevo pop occidentalizado que representaban (si adquirían demasiada exposición o emitían algún juicio individualista eran inmediatamente estigmatizados socialmente).

Por otro lado, la contribución más significativa al movimiento musical desde mediados de los años ochenta, hasta hoy, partió de los músicos de rock chinos (cuando comenzó la historia del género). Los tres más famosos han sido Cui Jian, Hou Dejian y el grupo Second Hand Rose. Sin embargo, después de la matanza de la plaza Tiananmen, muy severas restricciones les fueron impuestas a todos en sus actividades.

Cui Jian se había convertido en cantante de rock, compositor y guitarrista gracias a sus antecedentes musicales (su madre era bailarina; su padre, director de una banda militar) y después de un breve empleo como trompetista en la orquesta de Beijing.  En 1988 grabó su primer álbum de canciones de rock occidental, con letras y adornos musicales chinos.

Sus canciones, si bien no abiertamente rebeldes, eran subversivas al expresar el deseo frustrado de autoexpresión y desarrollo personal, y al aparecer su grupo en vivo muchas veces hacía fuertes declaraciones visuales. La canción “Nothing to My Name”, por ejemplo, era interpretada por los músicos con mascadas rojas puestas como vendas en los ojos y como mordazas, fue un gran éxito y otros muchos grupos la interpretaron en todo el país. Al observar las señales de “V por Victoria” hechas por el público, sus presentaciones fueron canceladas, y, tras la represión del 4 de junio de 1989, se prohibieron todos los conciertos de rock.

La segunda gran estrella de rock china, Hou Dejian, nació en Taiwan, pero se estableció en la China continental en 1983.  Canciones como “Descendant of the Dragon” le dieron fama local. Hou era un destacado exponente de las adaptaciones nuevas de música rural original, en el norte del país, género que se convirtió en una especie de equivalente del blues para los jóvenes chinos.

Su papel en el movimiento democrático fue controvertido: después de unirse brevemente a la huelga de hambre en la plaza Tiananmen justo antes de la represión, desempeñó un importante papel en las negociaciones para poner fin a la violencia, por ello tuvo que refugiarse durante dos meses y medio en la embajada de Australia. Para salir de ahí y regresar a un nivel muy reducido de actividades (incluyendo giras internacionales certificadas por las autoridades), fue sometido a una purga y luego al exilio.

Desde entonces, el rock y otras tendencias han tenido que irse modernizando de manera marginal y subterránea, con las consecuencias del desfasamiento (todo sucede 20 años después que en el resto del mundo), técnicas de grabación rudimentarias, y el prurito de poder ser encarcelados en cualquier momento. De cualquier manera, se han practicado el blues y el rock carcelario (desde la reclusión por causas ideológicas, y cuyo material sale a la luz en cassettes clandestinos grabados desde dentro), el rock experimental y electrónico, el progresivo, el punk y el rap. Así ha sonado el dragón chino en las últimas décadas.

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