695. Elvin Bishop: El rudo aprendizaje

Por Sergio Monsalvo C.

El guitarrista, cantante y compositor Elvin Bishop (nacido en California el 21 de octubre de 1942), creció en una granja de Iowa y cuando tenía 10 años de edad su familia se mudó a Tulsa, Oklahoma, donde comenzó su formación musical y tuvo amistad con infinidad de músicos negros. Unos años después, buscando ampliar sus horizontes se dirigió a la ciudad de Chicago, lugar donde el blues había iniciado una creciente evolución.

Little Smokey Smothers, uno de los famosos integrantes del grupo de Howlin’ Wolf, sirvió de mentor como guitarrista al joven Bishop. En su juventud este último recibió un sinnúmero de clases en el manejo de la guitarra bluesera con Smothers en la casa de éste. El hecho dice mucho acerca del fácil acceso que se tenía a los guitarristas maestros en Chicago: prácticamente toda la élite posterior blanca del rock recibió clases de guitarra de manos de sus ídolos negros. (Unas décadas después, ambos músicos ya veteranos grabaron el álbum That’s My Partner con Alligator Records).

Luego de ello y de pasar con creces el aprendizaje, a mediados de la década de los sesenta, Bishop se integró a la naciente e importante Paul Butterfield Blues Band, agrupación que daría a la música contemporánea un sello particular y algunos de los nombres más destacados dentro del blues-rock.

En ciertos aspectos, los jóvenes blancos estadounidenses a los que atraía la música del ghetto, como Elvin Bishop, parecían los descendientes de los admiradores de la música de Chicago, que durante el final de los años veinte frecuentaban incansablemente los bares para negros de aquella ciudad.

Con el tiempo resultó evidente que sus motivaciones no eran exclusivamente musicales, mismas que los pusieron en contacto con la ruda vida de los bluesmen negros en los que se inspiraron. Sin lugar a dudas, esta asimilación sobre el terreno emprendida por los mejores adeptos al blues, provenientes de la “Norteamérica blanca” fue la que permitió decir al sociólogo Charles Keil: “Hay que observar que las restituciones blancas de piezas originariamente negras demuestran una calidad de ejecución, una sensibilidad y una fidelidad mayores que antes y que nunca. Los jóvenes músicos que se desarrollan en Chicago, como Elvin Bishop, por ejemplo, se encuentran en vías de dominar el difícil idioma del blues urbano que han impuesto Muddy Waters y Howlin’ Wolf.”

Evidentemente, a Bishop lo animaba el deseo de efectuar el aprendizaje del blues en los lugares de su nacimiento, los barrios negros del norte industrial. Ahí se contactó con gente de sus mismos intereses como Paul Butterfield, con el que tocaría de 1965 a 1968.

Como se ve, las ciencias sociales ofrecen una pertinente opinión al respecto a tales relaciones musicales, cuando afirman que cualquiera que haya tenido cercanía con un hecho cultural (en este caso el blues) a una edad lo suficientemente temprana como para no tener formado demasiados prejuicios sobre él, puede, potencialmente, considerarlo como parte de su propia herencia cultural, asimilarlo y, por lo tanto, usarlo como medio de expresión de forma completamente natural. Eso fue precisamente lo que sucedió con la Paul Butterfield Blues Band.

Su punto de arranque, como el de muchos músicos, fue Chicago. Ese paraíso musical mítico se convirtió en el centro de la forma urbana y electrificada del blues llegado del Mississippi bajo el nombre de rhythm & blues. Era música de pequeños grupos, con el ejemplo totémico de Muddy Waters.

Reflejaba el carácter de la ciudad industriosa y convulsa, en pleno desarrollo y con los fenómenos sociales acarreados por ello, incluyendo el de la migración negra. El estilo era agresivo, denso y cargado de tensión (existencial, sexual…), con la guitarra slide y la armónica amplificada, como sus características principales.

Esta materia prima la aprovechó la banda de Butterfield para su propia naturalización. Integró su versión del blues con base en sus ideas particulares sobre él y su cotidianeidad. En ciertos aspectos, esos jóvenes blancos atraídos por la música del ghetto, eran descendientes directos de aquellos músicos que habían electrificado al blues.

En este sentido se distinguieron de sus congéneres británicos, más claramente limitados a un conocimiento indirecto del mundo negro. Sin lugar a dudas, esta asimilación emprendida sobre el terreno fue la que le permitió a esos adeptos, integrar la mejor formación del blues blanco de aquellos momentos en los Estados Unidos: The Paul Butterfield Blues Band.

Butterfield, influenciado por la música negra aprendió a tocar impecablemente la armónica, después la guitarra rítmica, la flauta y el piano, tras lo cual decidió formar la banda junto a Elvin Bishop, el tecladista Mark Naftalin y los miembros la sección rítmica de Howlin’ Wolf : Jerome Arnold ( bajo) y Sam Lay (batería).

A ellos se agregarían después Mike Bloomfield (guitarra) y David Sanborn (sax). Tocaron en los bares y clubes de la zona negra de Chicago impulsados por algunos de los mejores bluesmen de la urbe (Muddy Waters, Taj Mahal, Willie Dixon, etcétera). La banda comenzó a cobrar fama. El productor Paul Rothschild de Elektra los contrató para su sello, con lo que en 1965 la carrera discográfica del grupo comenzó a rodar.

A mediados de los años sesenta, el grupo se fogueó también como soporte de Bob Dylan durante su polémica presentación en el Newport Folk Festival y luego fue invitada a participar en el histórico Festival Pop de Monterey.

Desde entonces y hasta que se disolvió el grupo, la Paul Butterfield Blues Band fue el punto focal del blues moderno en la Unión Americana. Refugio de un progresismo anclado en la tradición, la banda se convirtió en el reflejo de la situación contemporánea del género. Ésta siempre estuvo integrada por músicos blancos y negros, con la base rítmica de los últimos.

El debut discográfico llevó el nombre del grupo en 1965. A él le siguieron el celebrado East-West (1966), el álbum en vivo Live at Unicorn Cofee House y What’s Shakin’ del mismo año. In My Own Dream (1968), el cuarto disco fue el último que grabaría Elvin Bishop con la banda, en él incluyeron una sección de metales, con el muy joven David Sanborn en los saxes.

En este álbum se confirmó su deriva desde blues eléctrico de raíces de los comienzos hasta un elegante sonido de soul contemporáneo. Asimismo, fue el último en el que actuaron Bishop y Naftalin, tras el cual se dedicaron a sus proyectos solistas.

Tras su salida del grupo formó la Elvin Bishop Band. En la Fillmore Records realizó sus primeros discos (uno homónimo y otro denominado Feel It). Luego con Epic grabó el clásico Rock My Soul en 1972, lo mismo que Crabshaw Rising, Al que siguió un retiro autoimpuesto para desintoxicarse, que lo mantuvo alejado del medio por algunos años.

Al retornar, formó una nueva banda y cambió de grabadora, ahora con la Capricorn Label. Su popularidad creció con el disco Juke Joint Jump (1975), que tenía una participación más grupal con intrincados lineamientos guitarrísticos.

Con Struttin’ My Stuff exploró nuevas direcciones, las cuales quedaron plasmadas en Let It Loose, Raisin’ Hell, Hometown Boy, Makes Good y Hog Heaven. El grupo se desintegró a finales de los setenta y Elvin Bishop dejó de grabar durante diez años, hasta su regreso al vinil con Big Fun en 1988.

En los noventa, la compañía Polydor puso en circulación The Best Of Elvin Bishop, una compilación de su obra. En el año 2015 Bishop fue incluido en el Salón de la Fama del Rock como miembro de la Butterfield Blues Band, y en el 2016 en el Salón de la Fama del Blues, con su propio nombre y obra. Actualmente, continúa grabando y presentándose en vivo en diversos auditorios y festivales.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.