629. Kevin Ayers (Un errante esotérico)

Por Sergio Monsalvo C.

Kevin Ayers nació el 16 de agosto de 1944 en Herne Bay, Kent. De músico errante se convirtió en vanguardista esotérico y luego en cantautor con influencias latinoamericanas, incapaz de lograr una difusión masiva.  «Siempre fue un caso marginal, para las compañías disqueras, los críticos y los compradores de discos», decía la prensa musical. Sus grabaciones a menudo habían parecido muy indecisas y carentes de concepto.

Ayers debía su reputación de figura de culto al hecho de haber fundado al grupo Soft Machine en 1965, junto con Mike Ratledge, David Allen y Robert Wyatt. El grupo se erigió en el representante más significativo de la escena experimental de Canterbury.

Al año siguiente, Ayers llegó a la conclusión de que los «Softs» daban mayor importancia al aspecto intelectual que a la música, se separó de ellos y buscó otras actividades. Realizó dos giras por los Estados Unidos con Jimi Hendrix y descubrió su amor por las playas mediterráneas al componer nuevo material en Ibiza y luego en Mallorca.

El álbum Joy of Toy, intitulado así por una canción incluida en el primer L.P. de Soft Machine, fue creado por él con la colaboración del arreglista y tecladista David Bedford, así como de Ratledge y Wyatt. Bedford formó parte también del primer grupo de Ayers, además de Lol Coxhill en el sax y el guitarrista de 16 años Mike Oldfield, contratados para las grabaciones de The Whole World.

Esta formación produjo dos álbumes, lo cual le valió a Ayers un pequeño círculo de incondicionales, encantados con el «guitarrista deseoso de experimentar y dotado de un humor enigmático», según las reseñas.

Sin embargo, el músico inglés, gourmet y conocedor de vinos, fue incapaz de mantener unidos a sus grupos. Una y otra vez, los excesos alcohólicos obstaculizaron el desarrollo musical continuo de este «candidato a la cirrosis, aunque con el mejor estilo dentro del rock», ahora, según las crónicas del momento. Además, lo acosaba la inseguridad musical, le temía al público y se refugiaba con regularidad, por lo tanto, en un exilio meridional.

En 1973 presentó su «Banana Follies Revue» en el Hampstead Theatre de Londres, con la colaboración de músicos sesionistas. Tal como se plasma en el L.P. Bananamour, la antiestrella mostró una repentina preferencia por el fruto amarillo, que se erigió en su falo musical y desempeñó un importante papel también en producciones posteriores.

Dueño de un estilo de canto profundo, este artista sensible oscilaba entre la accesibilidad melodiosa y la vanguardia afectada. Un sonido difícil de consumir. Además, no se hacía presente, apareciendo rara vez en público.

La reputación de un músico ultra progresivo arriesgado, difícil, tímido e inseguro entorpeció su carrera. Sólo un cambio de compañía, en 1974, despertó cierta esperanza, al dar a Ayers acceso a la escena reunida en torno a Brian Eno. El mismo año grabó June 1st en el teatro Rainbow de Londres, junto con Eno, John Cale y Nico.

En sus trabajos solistas se esforzó por lograr una mayor transparencia mediante el soul-rock, el blues y el reggae. Con todo fueron deficientes las ventas y Kevin Ayers fue a esconderse a Francia, desapareciendo hasta 1976.

Puso fin a su abstinencia musical con un nuevo conjunto, del cual formaron parte, entre otros, destacados músicos como Zoot Money en los teclados y Andy Summers en la guitarra, posteriormente de Police.  Juntos grabaron el disco Yes We Have No Mananas, producido por Muff Winwood. El L.P. resultó más compacto y accesible y derrochó encanto y ligereza en la música y los textos.

Las canciones, ubicadas entre el optimismo y la resignación, mostraron un sonido grato, fueran excéntricas y rebuscadas, complicadas, caóticas o de melodía sencilla.  Sin embargo, las ventas fueron igual de decepcionantes que antes.

No tuvieron mejor suerte los proyectos posteriores. Apoyado siempre por músicos de primera fila, entre otros por Ollie Hallsall (sax) e incluso Elton John en Sweet Deceiver (1975), la poesía rocanrolera sin compromisos de Ayers, llena de ambigüedades, y su oposición continua a los mecanismos de la industria y los medios, no le permitieron alcanzar el éxito comercial.

Ayers cantó sobre los sueños del británico, el sosiego meridional; concibió oscuras tierras de ensueño y relató historias amargas sobre el autoengaño y las crisis de identidad. El pronunciado carácter autobiográfico imprimió un sello decisivo en todas las grabaciones.

Este dotado artista demostró ser un excéntrico del rock, una personalidad musical individual que producía una música realmente distintiva y, por lo tanto, creativa. Finalmente, después de That’s What You Get, Babe (1979), Kevin Ayers se retiró al pueblo de artistas Deja, en Mallorca, renunció al negocio musical y se dedicó a organizar un festival de rock anual en un valle de la isla, colaborando en alguna grabación como invitado, o en el cine como actor o componiendo soundtracks. En los años noventa se recluyó en Francia donde falleció el 18 de febrero del 2013 en Montolieu, a los 68 años.

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