623. Patti Smith: El arte del rock (III)
LUCES DE LA APARIENCIA
Envolviendo mi corazón.
Los poemas encontrados
en el banco de la estación.
Fui obstinada soñando
con la fuga.
Palabras que no
comprendía.
Pero que descifré con sangre
iluminada…adolescencia.
Escribí con tu imagen
encima de mi escritorio.
Jurando que algún día
rastrearía tus pasos.
Usando un gorro de guardia
y la chaqueta de mi ser actual.
Esta mañana,
paseando en tu ciudad
caminé por las calles
que despreciabas
Las calles que amo porque
las despreciaste
Iré hasta la estación
de trenes en auto
Tocaré los restos
del muro de tu casa
Donde lloraste una temporada
en el infierno.
Mientras estudiaba la prepa y después de salir de ella, Patti Smith complementaba los escasos ingresos familiares trabajando en una fábrica, experiencia a la que luego se remitió en su famosa obra «Piss Factory». A los 19 años acababa de iniciar la universidad pública cuando se embarazó y al nacer dio al niño en adopción. Este acontecimiento le mostró cuán fuera de lugar estaba en el sur de New Jersey y en 1967 se escapó a la ciudad de Nueva York, soñando con hacerse pintora. Tenía veinte años de edad.
En Nueva York ingresó en el Instituto Pratt, una escuela de arte en Brooklyn, donde dibujaba y apuntaba palabras encima de sus dibujos, las cuales con el tiempo empezó a ver como poemas.
Decidió ir a estudiar arte en París y se marchó a Francia con su hermana menor, Linda. Al llegar se olvidaron del arte y prefirieron integrarse a un grupo de músicos callejeros ambulantes. Patti ha relatado dos experiencias importantes en París: haber visto la película One Plus One de Godard (que retrata la grabación de «Sympathy for the Devil» por los Rolling Stones) una y otra vez durante cinco días seguidos, y un sueño profético relacionado con la muerte de Brian Jones: soñó con el corazón de su padre.
Lo sucedido con Brian Jones había sido lo bastante convincente para que el segundo sueño hiciera volver a Patti y a Linda a Pitman, donde encontraron a su padre encamado, recuperándose de un ataque cardiaco.
De regreso en Nueva York, Patti se instaló a vivir en el hotel Chelsea con un amigo y también compañero romántico, el artista fotógrafo Robert Mapplethorpe (en una compleja relación relatada en el libro Just Kids). Trabó amistad con otros residentes del Chelsea, entre quienes figuraban el séquito de Andy Warhol, Janis Joplin, Jefferson Airplane y el dramaturgo Sam Shepard (con quien se involucró sentimentalmente), y junto al cual escribió una obra de teatro, Cowboy Mouth.
Escribió poesía que se publicó en varias editoriales pequeñas entre 1971 y 1973 (Seventh Heaven, Early Morning Dream, A Useless Death, Witt), así como crítica musical para las revistas Rock, Rolling Stone y Creem.
En 1971 empezó a leer sus poemas acompañada por la guitarra del crítico de rock Lenny Kaye, haciéndose de un pequeño grupo de seguidores. Richard Sohl se unía a ellos ocasionalmente en el piano. A comienzos de 1973 conoció a Jane Friedman, una publicista, que los contrató para el Mercer Arts Center, lugar de reunión para los grupos glitter.
Patti le pidió a Jane que fuera su mánager, y fue Jane la que la convenció de tratar de cantar (al igual que otros amigos), en lugar de simplemente leer sus poemas con acompañamiento musical. Agregó a su acto versiones propias de clásicos del rock como «Hey Joe», «Gloria» y «Land of a Thousand Dances». En 1974 sacó el sencillo «Hey Joe»/»Piss Factory».
Su apariencia demacrada y andrógina –cara muy blanca y delgada, cabello oscuro y lacio, piernas flacas enfundadas en negro, botines de boxeador, playera blanca rota–, carismática presencia escénica y presentaciones impredecibles pero intensas la convirtieron en uno de los personajes más comentados de la escena neoyorkina de arte y rock a comienzos de los años setenta.
Su incursión dentro de las letras norteamericanas tuvo, pues, gran repercusión debido a su vanguardismo. Comprometida con su tiempo expandió su campo de acción al rock, primero dentro de la crítica y posteriormente saltó al escenario interpretando sus poemas respaldada por acompañamiento musical. Sus poemas reflejaban la fascinación que sentía por Rimbaud, Baudelaire y Verlaine.
«soy la espada/la herida/la mancha
despreciado transfigurado hijo de caín
la palabra caín significa el que trabaja…el que mata…el
herrero. un herrero, hombre ruin y bendito. observa a dos de estos
herreros en los rostros de arthur y frédéric. el uno pelafustán y
el otro un vagabundo. ambos condenados a barbullar y a batallar.a
través del corazón de un mapa o del tapón de la botella.
una mañana, casi cien años antes de que little richard bautizara
al mundo con el rock n roll, arthur y frédéric y sus hermanas
isabelle y vitalie avanzaban desganados por las calles de
charleville con listones blancos y tela azur para recibir su
primera comunión. cerca de la iglesia fue arthur quien rompió
filas y llamó a los otros niños rimbaud a ir a correr con él por
el campo, dejando atrás la capilla sobre un puente hasta las aguas
frías y finitas de un río que desembocaba en las aguas tibias e
infinitas de cristo. (Traducción de Angelika Scherp)
La poesía alucinatoria y visceral de Patti Smith, inspirada por igual en los beats, los simbolistas franceses y los Rolling Stones, procede de una tradición de poetas, artistas y bohemios. Desde el principio trató de tender un puente entre la literatura y el rock. Esta tradición tuvo comienzo con los escritores beats y se desarrolló por medio de folkies como Bob Dylan, cantautores como Leonard Cohen, Lou Reed y el Velvet Underground, hasta Patti y su grupo. Desde entonces muy pocos han tratado de relevarla.
«Es un relevo difícil –ha indicado–. No era músico, sino una escritora que se atrevió a salir a la arena del rock. Mi escritura evolucionó junto con la música. En realidad, fue un caso único, por lo que no sería justo pedirles a otros que recorran el mismo camino. Para la mayoría de los escritores resulta demasiado difícil e intimidante.
«Creo que mucho de lo que hizo mi generación tuvo la influencia, consciente o inconsciente, de los poetas beat. Para Dylan definitivamente es así. Sobre todo, en cuanto a la entonación. El mismo Dylan admitió que su entonación única en parte se debe a escuchar a Ferlinghetti, Ginsberg y otros poetas beats que leían en Greenwich Village acompañados por músicos de jazz. Jack Kerouac también lo hacía. De adolescentes, mis amigos y yo escuchábamos discos de John Coltrane y escribíamos poemas con la música como fondo. De esta manera nos enlazamos con dicha tradición».