617. Black Country, New World (Las hormigas de la insanía)
El escritor austriaco Stefan Zweig escribió en algún momento que «todo espíritu creador cae infaliblemente en la lucha con su demonio. Pero es en los que sucumben en esa lucha donde podemos ver mejor los rasgos pasionales de la misma, y en primer lugar en el tipo de poeta que es arrebatado por el suyo».
Para muchos seres imaginativos la poesía es una forma de exaltación que los consume, dilata y termina por destruir. Conocen y temen esa exaltación de la que son portadores, pero de igual modo se sienten atraídos por ella, pues su arte consiste en esta visitación y padecen de una manera infinita la unidad de belleza y muerte. Su arte es su perdición.
Éste se exacerba hasta volverse agonía. De tal suerte el talento poético no es otra cosa que una forma de demencia. Para Platón esta locura era sagrada y su sabiduría profunda. Sin embargo, ya pasaron los tiempos en que esta locura despertaba respeto y aumentaba el prestigio del poeta.
El sufrimiento de éste, su falta de armonía, en la época que vivimos ya no se considera sagrado sino patológico. Su obra revelará, finalmente, cómo resuelven su problema moral, separados de los demás en la soledad. Tal es el caso de Isaac Wood, master mind del grupo británico Black Country, New World, hasta el 2022.
“Me equivoqué al quererle cerrar el paso a mis sentidos anteriormente –confesó el músico a principios del año–. Fue un error tratar de aislarme de los hechos que se estaban produciendo para mí en la realidad de cada instante. Experimentarlo ha sido doloroso en estos últimos tiempos, pero mucho peor fue tratar de distanciarme de ese dolor y ocultarme en el caparazón de mis pensamientos.
“Tengo malas noticias y es que me he estado sintiendo últimamente triste y con miedo. He intentado que no me afecte, pero es el tipo de sentimiento de tristeza y miedo que hace que sea difícil tocar la guitarra y cantar. El mundo del presente ha desaparecido para mí. No hay ya nada que me distraiga, que me impida sucumbir a mis miedos. Y mientras más tiempo pasa más horriblemente veo lo que mis miedos desean que vea. Así que anuncio mi salida del grupo, para tratar de reconstruirme”, decía el texto que publicó en sus redes sociales.
Eso sucedió el 31 de enero, el aviso de abandono a sólo cuatro días de que apareciera en escena el segundo disco de la banda: Ants From Up There. La gira que iba a iniciar por Europa se canceló hasta nuevas noticias.
La salud mental, el descubrimiento de la bipolaridad, las depresiones, y otras tantas insanías psicológicas ya forman parte del bagaje del rockero contemporáneo, se han vuelto circunstancias habituales. Ahora le tocó a este brillante hacedor musical y poeta (hasta ese momento la fuerza motriz de un grupo por demás singular). Los otros miembros del grupo mencionaron al respecto que “la puerta está abierta para él, en caso de que en el futuro decida regresar”.
Además del sexo, las drogas y el rock and roll, la enfermedad mental ha dado el tono y encendido infinidad de alarmas para el rock de este siglo XXI. Y tanto como otras decenas de aspectos cualquiera, el padecimiento mental ya vincula tanto a integrantes de AC/DC con Rocky Erickson; a Mark Lanegan con Scott Hutchinson, Jeff Tweedy o con el mencionado Wood, entre decenas de músicos afectados por alguno de los matices de ese mal.
Así pues, Isaac Wood –vocalista, letrista y guitarrista– ha caído víctima de él a los 23 años. Su decisión de frenar su actividad como músico ha puesto en entredicho la continuidad de uno de los grupos londinenses que más ha destacado en los últimos dos años, y al cual, por sus aportaciones en los dos discos aparecidos se le ha ungido, y con justa razón, a la misma categoría de Radiohead.
La obra de la banda, publicada el 4 de febrero del 2022, Ants From Up There, me parece el mejor álbum de tal año por diversas razones. Es hipnótico, fascinante y realmente imponente, una obra maestra del rock barroco en su vertiente experimental y vanguardista. Todo producto de un grupo bien compactado, comprometido y propositivo.
Black Country, New Road es una agrupación especial; es un conglomerado post-punk integrado como septeto que mezcla en una misma pieza los ritmos de la música klezmer con la furia de las guitarras punk. Además de utilizar tanto los instrumentos tradicionales del rock (bajo-batería-guitarra) como los de cámara (violines) o lo saxofones del free, creando con ello un novedoso discurso musical (exigente para el escucha).
Black Country, New Road, una banda de rock británico formada en la capital inglesa en el 2018, estaba integrada en ese momento por Isaac Wood (voz, guitarra), Tyler Hyde (bajo), Lewis Evans (saxofón), Georgia Ellery (violín), May Kershaw (teclado), Charlie Wayne (batería) y Luke Mark (guitarra). Su sonido fue descrito como parte del rock experimental y comparados con agrupaciones como Yard Act, black midi, Squid o los irlandeses Fontaines D.C. Publicaron su primer álbum Fort the First Time en el 2021, el cual fue muy bien recibido por la crítica especializada.
El disco Ants From Up There contiene una decena de audaces piezas cuyas letras y composiciones son impresionantes en el sentido musical y lírico. Algunos medios hablan incluso de Wood como “el más agudo narrador generacional”. Este autor aporta elaboradas letras entretejidas con los hilos del romanticismo, el nihilismo y lo onírico surrealista; y las expone con una voz plena de dramatismo, en forma potente, pero trémula al mismo tiempo.
El álbum culmina con una sobrecogedora y larga canción titulada “Basketball Shoes” en donde la voz de Wood suena por demás desesperada, quizá porque estaba consciente de que era su última aportación al grupo: “Los viajes en tren no lastiman mucho estos días./ Todo el mundo está ocupado con sus propios problemas. / Y oramos para que a nadie le importe lo mucho que nos hemos transformado”.
El rock experimental, ese subgénero vanguardista que tanta falta le hace a la música contemporánea, ha sufrido una gran pérdida con el abandono de Wood, y sus seguidores están a la espera de saber si un grupo como éste, importante para el movimiento, podrá continuar con su transformación hacia la exploración de nuevas rutas o desaparecerá como un generador de arte fugaz, cuyos sonidos, estructuras e instrumentos amalgamados de manera poco común ya sólo quedarán en la memoria de quienes pudieron disfrutarlo. Todos, a final de cuentas, seremos víctimas de una u otra manera, con la ausencia de Isaac Wood.