534. El beat de la identidad / VII (2013-2014)

Por Sergio Monsalvo C.

2013

Aquel año Corea del Norte hizo explotar bajo tierra su tercera bomba nuclear, ante el pasmo y la condena internacional.

La comunidad científica celebró el uso del escáner 3D para la reproducción con éxito de una oreja animal, a partir de células madre.

Los periódicos The Guardian y The Washington Post publicaron las primeras filtraciones de Edward Snowden sobre los sistemas de vigilancia a nivel mundial de la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense.

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En este año de la serpiente, según el horóscopo chino, el grupo Tedeschi Trucks Band, oriundo de Jacksonville, Florida, lanzó su disco Made up Mind. En él continuaron con la labor comenzada en el 2011 con Revelator: mantener vigente al blues rock estadounidense como al rock de raíces. Productos musicales de un bien avenido matrimonio de dos bandas y dos individualidades: Susan Tedeshi y Derek Trucks.

La Tedeschi Trucks Band es el artefacto cultural en el que viajan estos evangelistas del rock, que decidieron unir esfuerzos para conseguir la divulgación de su palabra. Y lo hicieron al inicio de esta segunda década del siglo. Made up Mind, reveló track a track, su fuerte alianza musical con el rock sureño de la Unión Americana.

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El tercer lustro del siglo XXI dio la bienvenida a un estilo del garage que se nutría del rock alternativo, pero también estaba el rock indie, con su ramificación hacia el folk recreado, además del post-punk revival que se convirtieron en las columnas musicales en las cuales se sostenía la banda de Sheffield, Inglaterra, llamada Artic Monkeys.

En el 2002 esta banda británica se convirtió en una sensación en el mundo entero por su sonido único y letras humorísticas de contenido social. En el 2013 se reafirmaron con el álbum A.M., y sus distintas alternancias ya enumeradas, con ellas entretejieron la sonoridad que se hizo característica de aquel lustro. Con éste, su quinto disco, Arctic Monkeys ya eran la banda de rock más importante del momento en el mundo.

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Cambiando de canal, es curioso, pero la normalidad es lo que parece excepcional en la escena del rock. Para ejemplificarlo está el grupo The National, que llamó la atención hasta su quinto disco, High Violet, y con el sexto las explicaciones sobre él que aparecieron por entonces rayaron en lo social, primeramente, y luego en lo musical. La no imagen de esta agrupación mereció mucha tinta. No parecían un grupo de rock, no vociferaban para llamar la atención, no tenían un séquito, ni extraños cortes de pelo o vestimenta. Sus integrantes eran gente normal y con familia.

Sin embargo, bajo esa “normalidad” gorgoteaba el talento para describir a ésta con agudeza. Y para ello habían creado un entramado orquestal, sobre una base percusiva singular, que servía de andamiaje a la voz de Matt Berninger. Toda la experiencia acumulada en el logro de lo anterior quedó plasmada de la mejor manera en su sexto disco, Trouble Will Find Me, una obra de consagración en las alturas.

2014

En tal año se festejó el cincuentenario de la llegada de los Beatles a los Estados Unidos. Momento que marcó un cambio cultural en el mundo.

Por otro lado, se recuerda el centenario del asesinato del archiduque de Austria, que dio la excusa a este país para declarar la guerra a Serbia, lo que desencadenó la Primera Guerra Mundial.

En el 2014 Bélgica se convierte en el primer país en el mundo en legalizar la eutanasia para enfermos terminales de cualquier edad.

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Desde una montaña en Montreal hasta una isla frente a las costas de Grecia, pasando por una infinita sucesión de habitaciones estériles de hotel hasta una casa modesta en una parte de Los Ángeles que es todo menos elegante, Leonard Cohen exploró las posibilidades humanas (en sexo, amor, religión, política, la intimidad…) con un apetito a veces voraz, a veces espartano, pero siempre profundo, observador y poniendo el dedo en la llaga.

Con la publicación de Popular Problems (y todos los vericuetos biográficos para llegar a él) quedó claro que a sus 80 años, y desde hacía medio siglo, en el curso de ocho poemarios, dos novelas y trece álbumes, Cohen compartió su visión con aquellos que se habían dado cuenta de que los misterios de la vida interior constituyen un proyecto sin fin, y regularmente escabroso, pero también ofreció unas canciones memorables para acompañar los sentimientos.

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Transgredir, cruzar la línea de lo socialmente permitido o tolerado. Eso fue lo que hizo FKA Twigs con su presencia en los escenarios, con la música que interpretaba, con lo dicho y grabado en un disco. Provocar y exhibir con la palabra. Por lo tanto, no hubo candidez ni ingenuidad. Para nada. Todo lo contrario: ella hizo de lo flagrante su discurso. Y esas fueron sólo algunas definiciones que se le pudieron aplicar a esta británica nacida en Cheltenham, Inglaterra, en 1988, que lanzó su debut discográfico con LP 1.

Por lo tanto, ella fue un producto de este siglo XXI, donde comenzó su adolescencia y, a mediados de la segunda década, se convirtió en un referente de la sexualidad femenina llevada a los escenarios, sin banderas de política social, sin panfletos, sin un aparato promocional sustentado por la industria y sin gángsters de la producción que la tuvieran bajo su férula. Únicamente armada con su curiosidad natural, la seguridad en sí misma, con su buen oído musical y la voluntad de exponerse.

Segregación, racismo, discriminación, trato diferencial, chovinismo nacionalista, xenofobia, hechos que continúan realizándose en pleno siglo XXI pero que ahora, en el 2014, se habían incrementado por el aumento de las inmigraciones, el terrorismo y la cuestión de los refugiados a nivel mundial. Surgió, entonces, la voz contemporánea de los músicos que se afanaban en denunciar y señalar tales situaciones. El lugar fue Escocia y el grupo Young Fathers.

Es un trío inmerso en una conversación en la que el valor musical se entretejía con un sinnúmero de asuntos económicos, políticos, sociales, estéticos y éticos vigentes y que tienen repercusión mundial en distintas áreas del planeta. Su propuesta, misma que marcó su aparición con el álbum Dead, fue singular porque estuvo construida con una mezcla particular: una base amplia de hip hop y proporciones variadas de electrónica dance, world music (de acentos africanos), pop y kraut rock, entre otros elementos.

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