530. Bob Dylan 80 / 6 (Los 50 de Bob)
Robert Zimmerman cumplió en mayo de 1991 50 años de edad; y Bob Dylan, 30 de haberse manifestado.
Para festejar el suceso, el artista y su compañía disquera decidieron sacar una caja que contenía tres discos compactos con 58 creaciones dylanianas de ayer y de anteayer, de un solo golpe.
Rarezas y piezas inéditas acumuladas a lo largo de tres décadas de andar por el camino y que llevan el título de The Bootleg Series (Volumes 1-3: Rare & Unreleased) 1961-1991 (Columbia).
Todas estas grabaciones –material no utilizado en álbumes, versiones varias de canciones conocidas o no, ocasionales tomas en vivo, demos para distintos usos, etcétera– fueron hasta ese momento objeto de un sinnúmero de ediciones piratas de muy diversas calidades
Éstas abarcaban desde Greatest White Wonder de 1969 hasta Ten of Swords en 1985, que incluían lo mismo infames retazos que verdaderas sublimidades.
Lo que se escucha en The Bootleg Series es lo mismo que se lee en las novelas más inquietantes de la creación: la sensación plena de las alegrías y las penas febriles y contrastadas del cuerpo y el espíritu.
Dylan es el hombre que ha conocido el hueso y que lo ha transformado a discreción en nata de sueños, en esencia delirante.
Esto, sin embargo, no sirve para definir la extraña situación, el status incongruente, casi petrificado, de este poeta, icono a perpetuidad.
De 35 apariciones en disco (27 álbumes de estudio, cinco en vivo y tres compilaciones), Dylan «sólo» había vendido en ese entonces 35 millones de unidades.
En los últimos tres lustros (desde Desire) su mayor éxito lo había obtenido con Biograph, una compilación quíntuple (pese a la absurda confusión sufrida por su cronología).
Los pedidos por adelantado de dicha caja ascendieron a más del triple de las ventas de su último álbum hasta esa fecha, Under the Red Sky; en ocho años Dylan había sacado seis discos de estudio y andado de gira casi sin interrupción (él la llamaba ya su «Never Ending Tour»).
Ello era una especie de desafío extralimitado, tal como lo mostraban los dos acetatos en vivo más recientes, de los cuales el totalmente embrutecido With the Grateful Dead parecía un sarcasmo profético.
No obstante, nada de ello importaba a los ojos de la gente. Para ésta Dylan es los sesenta. Cualquiera que haya sido la objetividad «exhaustiva» aplicada por los autores de este proyecto, los tres primeros volúmenes de Bootleg Series no desmentían a «la gente».
Había 58 títulos, de ellos 36 fueron extraídos del periodo de 1961 a 1967, el más mítico, y mostraron que aquello era verdad.
Se trataba asimismo, desde luego, del periodo de fundación: al filo de esas canciones, más un poema dicho de manera nerviosa y conmovedora («Last Thoughts on Woody Guthrie», durante un concierto en Nueva York en 1963), se está presente, literalmente, ante la formación de un hombre y nombre.
De uno que avanzaba disimulando sus pasos, que daba brincos disparatados, que era complejo y sobre todo voluntarioso; que caminaba con audacia y estilo, con esa mezcla de temeridad y oportunidad que resultaba asombrosa en un hombre tan joven.
En un hotel de Minneapolis nacía Bob Dylan a los 20 años, mientras jadeaba «Hard Times in New York», su primera canción «oficial», y se involucraba con el folk y el blues, con los dos,
Además de Elvis Presley y James Dean sus raíces se extendían tanto hacia Robert Johnson como hacia Woody Guthrie.
Ahí, en esa primera Bootleg Series, se escucha todo eso mientras Dylan toca la guitarra acústica o el piano o con acompañamiento escaso.
Al «Talking Blues», gospel, hillbilly, al folk, al rock, al rhythm and blues, al lamento y al relato, a lo sensual y a lo jovial, a la provocación y al rezo, Bob Dylan le da el soplo libertario gutural y lírico.
El cantautor le agrega su propia huella, su visión política, sus palabras, mediante presentaciones inseguras que conforme avance el tiempo recopilado en dichos compactos irán mejorando hasta imponerse con ferocidad golosa, con testigos irrefutables como Mike Bloomfield, Al Kooper o The Band.
Benvenuto Cellini, aquel escultor, orfebre y grabador italiano del Renacimiento, dijo que nadie de menos de cuarenta años debería escribir la historia de su vida. Suponía que nadie debía molestar al público con detalles personales antes de que hubiera hecho algo espléndido.
Bob Dylan, poseedor de una extraordinaria sensibilidad, tomó para sí dicha consigna y con Bootleg Series nos dio a través de estas grabaciones el palpable movimiento de su espíritu.
Así como la búsqueda intensa de su personalidad por caminos que a la postre no fueron los principales, pero que le proporcionaron las experiencias para expresar mejor sus emociones con una voz significativa y universal de vaso comunicante auténticamente humano.
Actualmente The Bootleg Series ha llegado a las15 entregas (en el 2019 con el disco triple Travelin’ Thru) y siguen sumando.