514. Alligator Records
UN SELLO LLENO DE BLUES
Bruce Iglauer (nacido en Michigan, en 1947) es el arquetipo del hombre apasionado del blues y al mismo tiempo del self-made man al estilo de la Unión Americana.
Creó la compañía discográfica Alligator Records en 1971 con la ayuda de una pequeña herencia de 2300 dólares, con el único fin de darse el placer de producir un solo álbum, el de su artista preferido del South Side (el ghetto negro) de Chicago, Hound Dog Taylor, acompañado por los House Rockers.
En vista del éxito obtenido con esa primera grabación, amplió sus ambiciones y reinvirtió las ganancias de cada disco en el siguiente.
Trabajaba solo en un pequeño local y él mismo se encargaba de hacer la ronda por las estaciones de radio, las distribuidoras y los vendedores al menudeo entre Chicago y Nueva York.
Actualmente su compañía vale millones de dólares y cuenta con un catálogo de más de un centenar de títulos, pero su equipo básico no rebasa las quince personas.
Siguen trabajando de acuerdo con un espíritu muy artesanal, consagrados no sólo a conservar la tradición del blues, sino sobre todo a asegurar su renovación y futuro.
En el sello Alligator grabó Koko Taylor. Ella fue una representante típica de la escena de Chicago. Apodada con justicia «The Queen of the Blues», nunca bajó de su mejor nivel mientras vivió, según lo prueban discos como I Got What It Takes, de 1975, y también An Audience with the Queen, un concierto en el club Fitzgerald’s en el que interpreta clásicas como «Let the Good Times Roll».
Otro fenómeno que ha sido rescatado por la disquera es Lonnie Brooks de Louisiana, quien aportó su guitarra sureña al blues de Chicago y se convirtió en una figura clave del naciente estilo.
Su primera obra con Alligator, intitulada Bayou Lightning (1979), fue seguida por perlas como Wound Up Tight, donde su interpretación, al mismo tiempo sensual y amenazadora, está en lo máximo de la maestría; Johnny Winter hizo una aparición por ahí. Bayou Lightning Strikes es un disco en vivo que trasmite toda la excitación producida por sus conciertos.
Sin embargo, el abanico propuesto por Alligator no se limita a la capital del blues. La mayoría de las regiones fecundas en este dominio le hacen el honor, como el Texas de Albert Collins o la Georgia de Tinsley Ellis, en tanto que los adeptos blancos del blues-rock también ocupan un excelente lugar.
Con ocasión de sus veinte años de existencia, la disquera de Bruce Iglauer sacó la compilación Best of the Blues. Un compilado para coleccionistas.
Como cualquiera sabe, una cosa así no sucede todos los días, y tampoco es común reunir a tal selección de artistas en la misma casa.
El álbum abre simbólicamente con «She’s Gone», pieza tomada de Hound Dog Taylor & The House Rockers, el primer álbum producido por la compañía.
Le sigue una colección variada confeccionada con base en los artistas más representativos del catálogo, un verdadero Salón de la Fama que se define precisamente por su eclecticismo.
Es posible encontrar a figuras del primer plano de Chicago (Lonnie, Brooks, James Cotton) y de otras regiones (Albert Collins, de Texas, y The Kinsey Report de Alabama).
Pero igualmente está la joven guardia (Kenny Neal) y la vieja (Sonny Terry, aquí con «Whoo Wee Baby», compuesta en colaboración con su inseparable Brownie McGhee), y la mezcla de músicos negros y blancos (Roy Buchanan, cuyo «Beer Drinking Woman» constituye un gran momento; Johnny Winter, etcétera).
Igualmente, piezas originales y también clásicas (como «Got My Mojo Working», interpretada por Clarence «Gatemouth» Brown).
Tampoco se puede olvidar el blues femenino con Koko «Queen of the Blues» Taylor, el grupo Saffire y Katie Webster, pianista y cantante originaria de Louisiana.
La unidad de la antología queda garantizada por el blues eléctrico, cuyo espíritu se refuerza en cada nueva aventura estilística.
El coctel propuesto aquí establece su equilibrio sin problemas y la elección de estos mejores extractos está lejos de ser banal. Encantará tanto a los principiantes como a los conocedores experimentados.
El éxito del sello discográfico se debe al cuidado meticuloso puesto en la calidad sonora de sus producciones, así como en la confianza que Bruce Iglauer siempre ha tenido en la generación joven.
Con “Devil Child”, Kenny Neal confirma su estilo muy funky y actual, pero su guitarra sabe ser lasciva como las de los maestros.
La próxima vez que se vea por ahí un ejemplar de Alligator vagando entre los estantes de una tienda de discos, hay que atraparlo sin titubear.