506. A Christmas Cornucopia (Discos clásicos navideños X)
En vísperas de la Navidad de un año calamitoso como éste, que por fin termina, es a todas luces necesario escuchar la mejor música de temporada. ¿Cómo? Acercándose, por ejemplo, a la excelente asociación que consiguió Annie Lennox en su álbum A Christmas Cornucopia, entre el pasado musical remoto y lo contemporáneo en el apartado popular, que entretanto (una década) se ha convertido en un álbum de culto.
Piezas como “Silent Night” “First Noel” o “Little Town of Bethlehem” se pueden escuchar en infinidad de versiones. Sin embargo, el estilo y la personalidad que les imprime a ellos la cantante escocesa es cosa excepcional, como mencionar asimismo la recuperada y simbólica aura que les injerta a las más antiguas, como “Angels From The Realms Of Glory”, “God Rest Ye Merry Gentleman” o “See Amid The Winter’s Snow”, entre ellas.
La presencia de la Lennox al frente de esta vuelta de tuerca sobre canciones tradicionales navideñas marcó todo un acontecimiento. Primero por sus interpretaciones, y luego por el retorno a las grabaciones luego del largo impasse de esta artista canónica tan ligada al repertorio romántico del rock y a varios de sus subgéneros. Desde su veteranía se atrevió a asumir el reto de recrear algunos clásicos del amplio álbum navideño de todos los tiempos.
Por lo mismo, la aparición de este disco despertó una especial curiosidad y se vivió su lanzamiento como un acontecimiento no sólo musical sino cultural. Más aún con la proyección que tal obra se supuso iba a tener durante los siguientes años, cuyo transcurso lo convertirían en un clásico de tal subgénero musical (el navideño).
El dato curioso es que el disco apareció para celebrar la Navidad, fecha en que Lennox cumple años también (nació el 25 de diciembre de 1954), ante lo cual declaró: “Al mirar atrás cobra sentido el lugar al que he llegado, las casi seis décadas en este planeta donde nací en los cincuenta sin cuchara de plata, el trabajo muy intenso sobre todo en los setenta y ochenta… y el resto de mi vida con todos sus personajes.
“A medida que pasan los años vas acumulando ese depósito. El pasado es el pasado, realmente no existe, pero lo acarreas en tu conciencia. ¿Podemos regresar los años? No, no podemos deshacer el tiempo, pero sí mirar las cosas que ocurrieron entonces a través de la música, de los libros o las películas que describen sus cambios, sus altos y bajos, a esos escritores y compositores que fueron parte de la cultura popular y crearon unas canciones extraordinarias.
“Esa es la belleza de cómo funciona el arte, un artista lo funde con su propia vida. No es una existencia convencional, yo no puedo separar mi vida de mi carrera. Y la música es una oportunidad para expresarme de una forma mucho más profunda que en una conversación”.
Annie Lennox defendió con él su admiración profunda por los cantos longevos, en el contexto de una tradición popular y el reconocimiento de unos valores musicales que considera fundamentales.
Manifestó igualmente su respeto por las aproximaciones de corte historicista como las que realizó de “Il Est Ne Le Divin Enfant”, “Lullay Lullay (The Conventry Carol)”o “The Holly And The Ivy”, adentrándose a ellos a través del pop barroco.
Lejos de sonoridades ligadas a criterios especializados de época, la lectura de Lennox derrocha conocimiento y emoción, y posee su reconocible chispa romántica.
¿Pero, cómo asumió la cantante que podía adentrarse en esos temas ancestrales? A lo que respondió que siempre le había gustado empujar sus límites, y se preguntó si podía permitirse entrar en ese universo navideño, si se adaptaría a su voz.
“Fue un proceso muy íntimo, dijo. Primero busqué descubrir a fondo las canciones y luego explorarlas yo sola con mi teclado, bosquejando el enfoque correcto. Soy cantante, compositora y performer, y contraté a un arreglista que creara lo propio para el marco de referencia que había construido yo misma para ese proyecto, que era personal.
“Sólo cuando ya tuve elegida una docena de temas empecé a idearlos con mi coproductor Mike Stevens, a crear una estructura y a buscar un sonido. Es lo mismo que hace un pintor cuando encuentra su tonalidad de color. Una canción es un concepto en la mente de alguien, aparece como un paisaje, una historia que te transmite un sentimiento.
“Viví en el mundo de estas canciones cada día que trabajé con ellas porque, una vez que estás dentro, te rodean completamente, no haces nada más, no hablas con nadie, ni siquiera lavas los platos. Es un asunto casi metafísico, y muy absorbente”, declaró al respecto.
Los lazos de conexión con los valores musicales de antaño, que más se encuentran en el disco, con tal repertorio se asientan con el tamaño reducido de la dotación orquestal.
La utilización de los instrumentistas es sensacional, uno a uno y en conjunto: Mark Stevens (en los tambores africanos y otras percusiones), Mike Stevens (bajo, glockenspiel, guitarras –acústica y de cuerdas de nylon–, teclado, caja de música, órgano Hammond, laúd árabe, además de los arreglos, la programación y la ingeniería de sonido), Barry Van Zyl (tambores africanos y otras percusiones), y la misma Lennox (además de la voz, en el acordeón, tambores y otras percusiones africanas, piano Rhodes, flauta, armonio, teclado, marimba, zampoña, piano, órgano, vibráfono, y en los arreglos orquestales y la producción).
Todo ello hace destacar su voz de contralto y vivir la experiencia de la escucha con admiración. La componente vocal de tales canciones es una tradición que se complementa y consolida con sus gestos particulares. Por eso se esperaba mucho de él.
A lo largo de casi cinco décadas de carrera su portentosa voz le ha hecho merecedora, entre otros, de cuatro premios Grammy, ocho Brits (en el firmamento musical de Reino Unido es reconocida como la artista femenina más exitosa de su historia) y un Óscar (por “Into the West”, una canción coescrita por Fran Walsh, Howard Shore y ella, e interpretada para los créditos finales de la película El Señor de los Anillos: El retorno del Rey, del 2004), además de estar incluida entre “los cien vocalistas más grandes de todos los tiempos” según el canon musical de la revista Rolling Stone.
Su A Christmas Cornucopia tiene personalidad y, a contracorriente de lo que se suele plasmar en esta temporada con discos oportunistas, transmite sensibilidad, energía y profundidad de un hecho artístico.