Por SERGIO MONSALVO C.

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En 1965 las radios de todo el mundo, prácticamente, llenaban sus emisiones con los temas que serían clásicos inolvidables ad infinitum. Estaban plagados de material de la Invasión Británica y de los nuevos grupos de garage, fundados ipso facto bajo la influencia inglesa.

Los garageros se habían preguntado “¿y por qué nosotros no hacemos algo?” y aquello creció y dio lugar al florecimiento de escenarios diversos y a la cosecha de decenas de canciones inolvidables y señeras.

Sí, fue un año esplendoroso, al que se sumaron temas como “Like a Rolling Stone” (el insuperable track de todos los tiempos), “Do You Belive in Magic?” (de Lovin’ Spoonful), “Mr Tamborine Man” (un tema manija) y el presagio de una gran cascada creativa y la apertura de otra vertiente para la música popular.

Así que basta echarle una mirada a los hits de las listas de popularidad de ese año para descubrir, uno por uno, algunos de sus ejemplos destinados a convertirse en emblemas de la década de los años sesenta: (I Can’t Get No) Satisfaction (The Rolling Stones); Help (The Beatles); Help Me Rhonda (Beach Boys) o You’ve Lost That Lovin’Feelin, la épica neorromántica del dúo The Righteous Brothers en su máxima expresión orquestada por Phil Spector.

Bob Dylan con Like A Rolling Stone —cambió los parámetros del tiempo en las emisoras con sus más de seis minutos de duración— y también ejerciendo de motivo con una canción «encrucijada» como fue señalada por la crítica musical de entonces y de ahora: Mr. Tambourine Man, un cóver del tema de Dylan al que The Byrds le dieron otra vuelta de tuerca para reflejar un nuevo escenario musical.

Jim McGuinn (nacido en Chicago como James Joseph McGuinn III el 13 de julio de 1942, y conocido a la postre como Roger McGuinn) era un músico de folk formado en su ciudad natal, había tocado la guitarra para Bobby Darin, Chad Mitchell y Judy Collins, antes de intentar una carrera por su propia cuenta interpretando canciones de los Beatles en los cafés neoyorquinos del Greenwich Village.

Inspirándose en George Harrison por su innovación en el tema “A Hard Day’s Night”, decidió entrar al mundo del rock con una guitarra eléctrica de 12 cuerdas. En ese tiempo conoció a David Crosby (oriundo de California, donde vio la luz en agosto de 1941), otro folklorista que rondaba por el mismo circuito musical.

Ambos se trasladaron a Los Ángeles donde Crosby conocía a gente que podía ayudarles en sus planes. Ahí se reunieron con Chris Hillman, un bajista (quien nació en diciembre de 1944), con el cantante y compositor Gene Clark (músico de Missouri, nacido en 1944) y con el baterista Michel Clark (Washington, 1946).

Los reunidos acordaron integrarse en un grupo al que en primera instancia denominaron The Beefeaters para después cambiarlo por el The Byrds, con el cual grabarían por primera vez en 1965. En ese entonces también Jim McGuinn cambió su nombre por el de Roger.

El primer álbum de la banda se llamó Mr. Tamborine Man, con el cual inauguraron una nueva corriente rockera, el folk-rock, y se constituyeron en una incomparable agrupación que denotaba la influencia evidente de Bob Dylan, el estilo de los Beatles, el country and western y el rhythm and blues, con lo cual originaron lo que se denominaría el nuevo rock estadounidense.

Con la resonancia de la Rickenbancker de 12 cuerdas de McGuinn, también cantante principal, y esa compleja armonía instrumental y vocal construida y cimentada por Clark y Crosby, los Byrds marcaron un nuevo sonido con Mr. Tambourine Man, el álbum con el que se dieron a conocer al mundo.

Combinaban las líneas melódicas de los Beatles con el candor de las composiciones originales de Dylan, (del que luego también hicieron las versiones de Chimes of Freedom, All I Really Want to Do y Spanish Harlem Incident).

Estilísticamente, unieron al rock con el folk, así como (musicalmente) las orillas del Atlántico (impactados por la Ola Inglesa). No obstante, su mayor virtud se fundamentó en proporcionarle brillo estético a las canciones, como si fueran cuadro impresionistas, donde las olas del mar eran bañadas por el sol. Y bajo esa luz, que resultaba asombrosamente seductora, flotó todo el álbum.

Tal cosa Se aprecia indistintamente en temas más pop como Don’t Doubt Yourself, Babe de Jackie de Shannon o más folk como The Bells of Rhymney de Pete Seeger. La propia orquestación del grupo, que tenía en Gene Clark a un buen compositor, mostró un poderoso beat, asumido de la British Invasion, con ese aire etéreo marca Byrds, con el cual confirmaron que el grupo tenía un lenguaje auténtico. Mr. Tambourine Man fue uno de los debuts más importantes de la historia del rock. Su impacto fue instantáneo.

Las novedosas armonías vocales y de la distinguidísima guitarra de McGuinn les acarrearon el éxito inmediato. Sus aventuras con los estimulantes lisérgicos y con la experimentación musical produjeron notables resultados que se pueden paladear en los discos Turn! Turn! Turn! (1966), Fifth Dimension (1966) y Younger Than Yesterday (1967).

Hay muchas maneras de contar una historia y muchas maneras de aproximarse a la Historia. Recorrer la de las grabaciones aparecidas en 1968, por ejemplo, siguiendo el rastro de sus ideas, de los conceptos y de los diversos campos que sembraron y cultivaron es una de ellas.

Es hablar sobre los grupos que iniciaron algo importante, lo llevaron a su pináculo y luego desaparecieron o no. Sin embargo, el hilo conductor en todos ellos no es el listado de nombres ni la duración que tuvieron, sino el campo sonoro que vislumbraron.

Los Byrds tuvieron el acierto de inaugurar una nueva corriente rockera, el folk-rock. Los resultados conseguidos en tal corriente se pueden disfrutar en todos sus discos (incluso con los cambios de formación). En 1968 como trío, editaron The Notorious Byrd Brothers y Sweetheart of the Rodeo ese mismo año.

Ahí estuvieron: Roger McGuinn, en las voces, guitarras y sintetizador moog; David Crosby, en las voces, guitarra rítmica y bajo; Chris Hillman, también en las voces, bajo, guitarra y mandolin y diversos músicos se alternaron en la batería.

Tras estas grabaciones abandonaron al grupo Crosby (quien posteriormente se uniría a Stills y Nash) y Gene Clark. Hillman y Michel Clark dejaron al grupo también y McGuinn lo reorganizó con nuevos músicos, entre los que destacó Gram Parsons.

En 1972, después de otros siete discos, el grupo desapareció definitivamente.  Su estilo e influencia permanecieron tan vigentes como sus canciones, basta recordar: el ya mencionado “Mr. Tamborine Man” (de Dylan), “Eight Miles High”, “So You Want to Be a Rock n’ Roll Star” o «My Back Pages», entre muchas otras, (covereadas por infinidad de grupos de varias épocas)  que los han ubicado en el canon del rock para siempre.

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