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Moby Dick de Herman Melville es un texto importante de la literatura universal. Es un clásico al que le llevó tiempo ser aceptado, pero sus grandes aportaciones en diversos campos lo encumbraron al sitio que se merecía y desde el cual ha sido motivo de influencia en múltiples disciplinas, artísticas, mediáticas y académicas (desde cómics elementales hasta obras cinematográficas; desde series televisivas a esclarecedores documentales; de sesudos ensayos a inspiración para cuentos y novelas; desde óperas convencionales a piezas emblemáticas que complementan alguna obra maestra del rock).
Su quintaesencia es la épica lucha del hombre contra los elementos naturales y metafísicos (El capitán Ahab es un personaje absolutamente shakespereano: torturado, solitario, que desafía al destino y a un dios salvaje). Lo cual ha motivado la reflexión y generado manifestaciones plásticas o textuales en torno a ello. La cultura en general se ha visto enriquecida por este libro y, en algunos casos, de formas insospechadas. En la filosofía, por ejemplo, se han estudiado sus dilemas, ironías y aflicciones del alma, así como los temas del suicidio, las tiranías o los totalitarismos.
La creación artística, a su vez, ha mostrado su mirada, interior y profunda, sobre los caracteres de los personajes del libro y la ha plasmado en obras pictóricas de Jackson Pollock, Frank Stella o Matt Kish, por mencionar algunos. La cinematografía lo ha intentado desde el cine mudo a las grandes superproducciones y desde el punto de vista psicológico, del terror o el de la aventura con poso mitológico. Los estudiosos de la cultura y de las ciencias sociales se han involucrado en sus paradojas y complejidades.
Los escritores los han hecho enfrascándose con sus metáforas y simbolismos, lo mismo políticos que religiosos. La influencia ha sido enfática en plumas como las de W. H. Auden, Ray Bradbury, Jack Kerouac, Cormac McCarthy, Toni Morrison, Philip Roth o Jorge Luis Borges. Este último solía comentar en cada oportunidad que no entendía su fama por lo que había escrito (lo cual siempre agradeció), porque a él le hubiera gustado más ser reconocido por lo que había leído (y eso incluía a Moby Dick).
En los autores más destacados de la literatura mundial, a través de la historia, ese deseo borgiano ha sino una constante. Así que la suya no era una rara peculiaridad sino una característica primordial. Ser reconocidos como grandes lectores, para que con ello quedara implícito el entendido de que la mejor manera de aprender a escribir es dedicándose a leer. Y leer las obras importantes más que una necesidad, es un acto natural de sentido común.
En los terrenos musicales del jazz y del rock, se tiene a Moby Dick como uno de sus libros canónicos. El jazz adquirió su Premio Nobel literario a través de la escritora Toni Morrison, quien mencionó entre sus influencias la obra de Melville, mientras que el rock llegó al suyo mediante otra forma literaria, la de la canción, y lo hizo con Bob Dylan que, a su vez, en el texto de aceptación del premio señaló los libros que han influido en su trabajo. Y tanto él como Morrison esgrimieron en el subtexto el mismo deseo borgiano: ser reconocidos como grandes lectores.
Habla Dylan:
“Cuando empecé a escribir mis propias canciones, la jerga del folk era el único vocabulario que conocía, y lo usé. Pero yo también tenía algo más. [Había visto a Buddy Holly, a Elvis Presley y escuchado a Little Richard. Es decir, viví el nacimiento del rock and roll]. Pero también tenía principios y sensibilidades y una visión informada del mundo. Y la había tenido desde hacía tiempo. Lo aprendí todo en la escuela. Don Quijote, Ivanhoe, Robinson Crusoe, Los viajes de Gulliver, Historia de dos ciudades y todo lo demás – lectura típica de la escuela secundaria que te da una manera de ver la vida, una comprensión de la naturaleza humana y un estándar para medir las cosas.
“Tomé todo eso para mí cuando empecé a componer letras. Y los temas de esos libros funcionaron en muchas de mis canciones, ya sea a sabiendas o sin intención. Quería escribir canciones que fueran diferentes a cualquier cosa que alguien hubiera escuchado, y estos temas eran fundamentales.
“Algunos de los libros específicos que han permanecido conmigo desde entonces, los había leído en la escuela. Quiero hablarles de tres de ellos: Moby Dick, Sin novedad en el frente y La Odisea [para fines del programa Babel XXI sólo citaré el fragmento donde Dylan escribió sobre la obra de Melville].
“Moby Dick es un libro fascinante, un libro que está lleno de escenas y diálogos dramáticos. El libro te exige. La trama es sencilla. El misterioso Ahab -capitán de un barco llamado el Pequod– un egomaníaco con una pierna postiza que persigue a su némesis, la gran ballena blanca Moby Dick, que se la arrancó. Y la persigue desde el Atlántico, bordeando la punta de África y adentrándose en el Océano Índico.
“Persigue a la ballena de una punta a otra de la Tierra. Es un objetivo abstracto, nada concreto o definido. Él la llama ‘Moby El Emperador’, y la ve como la encarnación del mal. La tripulación del buque está formada por hombres de diferentes razas, y cualquiera que vea a la ballena recibirá la recompensa de una moneda de oro. Hay una gran cantidad de símbolos del zodíaco, alegorías religiosas y estereotipos. Cuando Ahab se encuentra con otros barcos balleneros, presiona a los capitanes para obtener detalles sobre Moby. ¿La han visto?
“Este libro cuenta cómo los diferentes hombres reaccionan de distintas maneras a la misma experiencia. Hay mucho de alegoría religiosa y pagana.
Moby Dick es un cuento marítimo. Uno de los hombres, el narrador, dice en la primera línea: ‘Llámame Ismael’. Alguien le pregunta de dónde viene, y él contesta: ‘No está en ningún mapa. Los verdaderos lugares nunca lo están’.
“Un tifón golpea al Pequod. El capitán Ahab cree que es un buen presagio. Starbuck, un subalterno, piensa que no y considera matar a Ahab.
“Todo está mezclado. Todos los mitos: la Biblia judeo-cristiana, los mitos hindúes, las leyendas británicas, San Jorge, Perseo, Hércules, todos ellos son balleneros. La mitología griega, el negocio sanguinario de cortar una ballena. Muchos hechos en este libro, como conocimientos geográficos, el aceite de ballena -bueno para la coronación de la realeza- familias nobles en la industria ballenera… El aceite de ballena se usa para ungir a los reyes. La historia de la ballena, la frenología, la filosofía clásica, las teorías pseudocientíficas, la justificación de la discriminación, todo está incluido y nada es racional. Ilustres personajes, persiguiendo la ilusión, persiguiendo la muerte, la gran ballena blanca, blanca como el oso polar, blanca como un hombre blanco, el emperador, la némesis, la encarnación del mal. Un capitán demente, que en realidad perdió la pierna años ha tratando de atacar a Moby con un cuchillo, buscando venganza.
“Solo vemos la superficie de las cosas. Podemos interpretar lo que está debajo de cualquier forma que creamos conveniente. Los tripulantes caminan en la cubierta escuchando a las sirenas, y los tiburones y los buitres persiguen la nave.
“Cuando Starbuck le dice a Ahab que debe olvidarse de la venganza, el capitán enojado le responde: ‘No me hables de blasfemia, hombre, porque sería capaz de golpear al sol si me insultara’. Ahab, por otra parte, es un poeta de la elocuencia: ‘El camino hacia mi propósito fijo está puesto con rieles de hierro sobre los cuales mi alma está diseñada para rodar’. O estas líneas: ‘Todos los objetos visibles son máscaras de cartón’. Frases poéticas que no pueden mejorarse.
“Finalmente, Ahab ve a Moby y aparecen los arpones. Moby ataca el barco de Ahab…Ismael sobrevive. Está en el mar flotando sobre un ataúd. Esa es la historia. Ese tema y todo lo que implica funcionaría desde que la leí en más de una de mis canciones”. Dylan dixit.
¡Gran programa! Gracias.