Berlin Alexanderplatz
Libros canónicos (7)
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El caos es un elemento constante y paradójico en el desarrollo de la historia humana. En él ha entrado toda revoltura que a la larga aporta algo benéfico en lo social, en lo cultural o en ambos. Así, la época conocida como República de Weimar, en Alemania, ha sido una de las mayores muestras de ello.
En su corto periodo de existencia (1918-1933) en lo social contuvo, entre otras cosas, una nueva constitución política (que nunca se ejerció), revueltas y revoluciones de todo signo, desde las de la ultraderecha a los del extremismo izquierdista (incluyendo golpes de Estado).
Es decir, una enorme inestabilidad que provocó una inflación desbocada, crisis económica y pobreza, con los consecuentes aumentos en la criminalidad, en la prostitución y en las enfermedades. Todo ello caldo de cultivo para el desarrollo de un nuevo virus: el nacionalsocialismo, o sea: el nazismo, cuyo encumbramiento dio fin a tal república.
Paradójicamente, en lo cultural fue rica en sus manifestaciones. Surgió el expresionismo alemán (en la pintura, en la cinematografía, en la música), el teatro cabaretil, la novedosa crítica cultural (sustentada en la filosofía de Walter Benjamin) y la psicología junguiana.
La decadencia en la que se encontraba el país tras la Primera Guerra Mundial dejó el territorio sembrado de huérfanos, viudas y desempleados, cuya desesperación los condujo a ganarse la vida de cualquier manera. Hubo aumento de la drogadicción, en el protagonismo del Mercado Negro, en el crecimiento en el número de bandas criminales y la delincuencia, y en el de establecimientos con diversa oferta sexual. La literatura obtuvo nuevos argumentos.
Fuera del país autores como W.H. Auden, Stephen Sender o Christopher Isherwood llevaron a las páginas de sus libros dicho escenario. Dentro del territorio alemán también los hubo, y en particular destacó un escritor cuya obra en tal sentido trascendió el tiempo y se instaló en el canon de la literatura contemporánea con el libro Berlin Alexanderplatz.
ALFRED DÖBLIN
BERLÍN ALEXANDERPLATZ
El argumento de este texto, ubicado en plena República de Weimar, presenta la vida de un hombre, trabajador ordinario, intenso, excesivo en sus emociones y desenfrenos, irascible, brutal y violento, pero también vulnerable, con alguna idea acendrada sobre la bondad intrínseca del ser humano y con necesidades afectivas de toda índole.
Su historia criminal lo hace pasar por diversas etapas existenciales, del asesinato al castigo, del arrepentimiento a la voluntad para recuperarse (como ex convicto) e iniciar una nueva vida, deseo contra el que actúa el entorno social y lo hace enfrentarse a sí mismo y a lo que lo rodea, con el fondo urbano berlinesco en todas sus instancias.
Una metáfora histórica, una fábula citadina con toda su fauna miserable, una gran novela a fin de cuentas, donde se descubre al hombre en sus extremos y al peso de la realidad colándose por los instersticios, de la fe y el afán por la sobrevivencia a la inquietante presencia del “huevo de la serpiente”.
El creador de dicha novela fue Alfred Döblin. Este autor pomerano (1878?1957) vivió en Berlín desde 1898 y luego desde 1911 (tras estudiar medicina en Friburgo), como médico y escritor. Emigró en 1933 como exiliado a Suiza, a los Estados Unidos y a Francia (de la que se hizo ciudadano) y volvió a Alemania después de la Segunda Guerra Mundial.
Berlin Alexanderplatz, escrita entre 1927 y 1929, le valió la fama mundial y está considerada como la más importante novela urbana de la literatura alemana. Con poesía exacta plasma el ánimo de aquellos tiempos marcados por la crisis económica y el desempleo, durante la República de Weimar.
Su sello característico es el principio del collage, que enlaza los destinos individuales con alegorías míticas y retazos reales de la moderna civilización urbana (con la influencia de James Joyce y John Dos Passos). Es un calidoscopio de monólogos interiores, historias policiacas, citas bíblicas, referencias estadísticas, rimas infantiles, informes de la Bolsa de Valores y meteorológicos, letras de canciones populares, consignas comerciales y noticias periodísticas, que cristaliza el panorama de una ciudad y un tiempo.
Un año después de su publicación (en 1929), el propio Döblin adaptó la obra narrativa de más de 500 páginas a un programa de 70 minutos para la radio alemana. Fue trasmitido el 30 de septiembre de 1930 en Berlín con el título La historia de Franz Biberkopf.
Döblin también colaboró en el guión para la primera versión cinematográfica de la novela, dirigida por Phil Jutzi en 1931 en las locaciones originales de Berlín (la obra más importante de este cineasta y camarógrafo simpatizante del movimiento socialista obrero había sido la película muda El viaje a la felicidad de mamá Krausen, de 1929). La cinta resultante, de 90 minutos de duración, fue estrenada el 8 de octubre de 1931.
En tiempos más recientes, el director Rainer W. Fassbinder hizo su propia adaptación de la novela (y quizá la definitiva) entre 1979 y 1980. Escribió el guión y la dirigió. Fue una coproducción germano-italiana (Bavaria Atelier GmbH/ RAI Televisión italiana) por encargo de la Westdeutscher Rundfunk alemana. El costo fue de 13 millones de marcos. El tiempo de rodaje: 154 días (de junio de 1979 a abril de 1980). El formato fue en 16 mm, a color.
La extensión: 15 horas y media en total. Fue estrenada del 28 de agosto al 8 de septiembre de 1980 en la Bienale de Venecia. Y en television, por la estación ARD de la entonces Alemania Occidental, el 12 de octubre de 1980. La serie estuvo dividida en 14 partes (la primera de 90 minutos) trasmitidas entre el 13 de octubre al 29 de diciembre de 1980, cada lunes (de la parte II a la XIII la duración fue de 60 minutos, por cada entrega). El 29 de diciembre de 1980 se emitió el epílogo. En el reparto estuvieron las míticas actrices Hanna Schygulla y Barbara Sukowa.
Sobre su Berlin Alexanderplatz se puede decir que el incansable cineasta nunca antes trabajó por tanto tiempo y en forma tan concentrada en una sola película. Y resultó una obra maestra en su estilo y con una producción de rasgos concluyentes para su cinematografía.
Fassbinder llegó con ella al término de un proceso. El cine ya no le brindaría nada nuevo, nada desconocido. Con esta obra mostró en toda su intensidad el destino individual y la relación de una pareja, con un ritmo lento, desprovisto de distracciones. En su estilo prefirió la perspectiva espacial. El ejemplo de ello está en los diálogos, donde el cineaste muestra al que está escuchando no al que habla. Por todos los medios, Fassbinder obligó al espectador a prestarle atención a las palabras. Es una puesta muy exigente para el público.
Por otro lado, dentro de la cultura contemporánea, la novela de Döblin fue muy influyente para la inteligencia rockera que la hizo legado y parte suya. Comenzando con representantes destacados como: David Bowie (con su legendaria trilogía berlinesa), Iggy Pop (y sus particulares The Idiot y The Passenger) y Lou Reed (tanto con Berlin, como desde su homónimo álbum debut como solista).
Ejemplos todos del mejor expresionismo rockero y como lectores sagaces, agudos y comprometidos con el vanguardismo literario de todos los tiempos, una postura artística producto del romanticismo y del modernismo, de los que han sido o fueron herederos. Berlin Alexanderplatz, el libro, los enriqueció en muy buena medida para el desarrollo de sus distintivas estéticas.