“Zappa for President”

Ojalá estuvieras aquí

Por SERGIO MONSALVO C.

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La presidencia de los Estados Unidos es un botín tan codiciado que los métodos para conseguirla se vuelven insospechados. Los hay desde los patéticos y ridículamente peligrosos –como el trumpismo que por estos días la asume– hasta ortodoxos y geniales. Hay quienes la seducen a base de chequera, sin más florituras o la adquieren a punta de truculencias ideológicas, por la ignorancia común o por juego; pero los hay también que en algún momento la buscaron sin hacer «política», ni campaña y sin gastar un solo dólar por ella. Cuestión de talento.

Entre los últimos estuvo Frank Zappa, quien fue sin duda el gran pretendiente. A través de los años de su vida en el candelero, este importante personaje de la cultura musical externó sus razones y postulados al respecto. Rescatados éstos de diversas declaraciones, he podido conformar el perfil de quien se postuló “seriamente” como candidato a dicho puesto. Y quizá el que más se lo haya merecido, a la luz de la historia del país al que quiso representar.

Este músico fue un raro ejemplo. No evitó nunca la verdad, y resultó a veces en extremo franco. Tampoco se hizo el ciego frente a las necesidades colectivas. Él fue la realidad de lo que predicaba, lo concreto de su pensamiento. No cedió a ninguna tentación ni aspiró sólo a la fama. De tal manera vivió en pleno su corta vida (murió en 1993, a los 52 años).

Al adentrarse en ella se impone la certeza de que la suya fue un ejemplo dadaísta de humanidad, sobre todo en lo referente al arte y a la lucha política y social. El humor negro y ácido que desplegaba nacía de un contexto dramático, simultáneo a las constantes crisis bélicas, no como reflexión a posteriori sino como una condena coetánea a la patriotería de aquellos que prometían “defender al mundo libre del mal”; así como de su observación de los comportamientos sociales. Material que en comentarios y conciertos solía no dejar títere con cabeza: era agudo, filoso y despiadado.

Sus guiños dadaístas priorizaban en definitiva la sabiduría por encima del concepto. Es decir, para él la sabiduría por ser tal superaba lo conceptual, ya que emanaba de la experiencia de la vida. Por lo tanto, mantuvo siempre para sí la severa exigencia filosófica de la libertad total del pensamiento, como condición única e indiscutible para no dejarse avasallar por el aullido de las corrientes estéticas de moda o las partidistas de cualquier especie.

La única posibilidad de vida para él radicaba en los beneficios de una política acertada, según afirmó varias veces. La política desde siempre fue su hobby, era demasiado importante para él como para dejarla en manos de los políticos. Se sumó entonces a lo que en su momento expresó un compatriota suyo, el escritor Henry Miller, quien apuntó en torno al asunto lo siguiente: «No creo en la política. Opino que dicho mundo está totalmente podrido. No nos lleva a ninguna parte, lo envilece todo y sobremanera al idealismo. Hay que ser un tipo turbio, un poco asesino, para ser político; hay que estar preparado y deseoso de sacrificar, de masacrar a la gente…»

Con el ánimo de modificar tal envilecimiento de la actividad y del concepto, Frank mostró entonces interés por llegar al gobierno de su nación, pero a su propia manera, a lo Zappa. Sabía que siglos atrás a un griego llamado Platón se le ocurrió estudiar cómo se ordenaría a un grupo humano en el que prevaleciera el individualismo. La forma política de éste, dijo, recibiría el nombre de democracia y sus divisas serían la libertad y la igualdad.

“En la época actual es en lo que se supone vivimos nominalmente, puesto que es el dogma al que el mundo entero rinde pleitesía, aunque los listos nos damos cuenta de que su presencia en realidad brilla por su ausencia. Es únicamente una cita para los demagogos”, sentenciaba el músico.

Sus razones empezaron con un manifiesto artístico desde su primer disco Freak Out (1966), con la fundación del grupo The Mothers of Invention y con sus tarjetas de presentación: compositor, cantante, guitarrista y embajador de la libertad de expresión. De ascendencia franco-italiana y griego-árabe este personaje, nacido en 1940 en Baltimore, destacó desde el principio como el ideal del self-made man estadounidense, y como librepensador mostró a los compatriotas su imagen en el espejo mediante álbumes y presentaciones. Zappa siempre le causó horror al estadounidense promedio, blanco y temeroso de Dios: era para esa gente la encarnación absoluta de “la perversa cultura del rock”.

Declaraba cosas así: «Los políticos son unos villanos. Los presidentes de los Estados Unidos se dan aires de amos del mundo. ¿En qué se basan? Se creen los líderes del planeta sólo por el gran arsenal que manejan. ¿Cómo es posible que un gobierno siempre en proceso de llevar a su propia población al abismo se adjudique el derecho de reinar sobre el resto del mundo?»

En consecuencia Frank se declaró partícipe en su momento por la carrera hacia la presidencia. ¿Una broma? ¿Una locura? No. Frente a participantes de su mismo territorio –como el que hoy se acredita— a los que ni una idea sobre el buen gobierno caracteriza, el líder de The Mothers of Invention hubiera sido la opción más sensata. «Me ubico totalmente fuera de la realidad —se le escuchaba decir con burla—. No soy un fanático religioso, no consumo drogas, no soy republicano ni demócrata, y además estoy en mi sano juicio.

“Mi candidatura la he propuesto en serio. Los republicanos no le han traído nada bueno a este país; y los demócratas son incapaces de regir a la Unión Americana. Los dos partidos no sirven; sus programas no se comprometen a nada y los políticos profesionales son un grupo de canallas. Este país está descendiendo a un nivel preocupante y nadie parece interesado en hacer algo al respecto. La mayoría de los políticos juegan al golf y realizan viajes al extranjero para escapar de la presión. Se portan como adolescentes consentidos. Esa es la tragedia de este país: nos gobiernan hombres que se resisten a ser adultos».

¿Qué hacía competente entonces a una excéntrica estrella del rock como Frank Zappa para dirigir a su país?, se preguntarán los interesados. La respuesta del propio músico era contundente: «Nunca me voy de vacaciones, no juego al golf y admito que uso el WC. Eso muy pocos políticos lo aceptan». Al mismo tiempo no quiso hacer campaña alguna: «Me proclamé candidato y con eso basta. Quien quiera votar por mí, que lo haga. No gastaré millones de dólares que no me pertenecen en propaganda».

Se expresó con igual claridad acerca de su programa político: «Para empezar eliminaría el impuesto sobre los ingresos. A continuación volvería a poner en activo la Constitución estadounidense. Ésta fue concebida originalmente como un contrato entre el pueblo y el gobierno, dando al gobierno el derecho de tomar decisiones, en nombre del pueblo, que favorezcan el bienestar del mismo. Sin embargo, no ha sido así. Todos los escándalos financieros, los asuntos intervencionistas; toda la corrupción que se lleva a cabo entre bastidores prueba cuánto se han alejado los gobiernos de los objetivos originales de la constitución».

La imagen de los Estados Unidos como el líder del mundo está caduca desde hace mucho, opinaba Frank. “¡Como si éste fuera un país libre! Hay más gente metida tras los barrotes aquí que en cualquier otra nación occidental. Se ha creado una industria millonaria en torno a ello y a las drogas. El gobierno prácticamente no hace nada en contra de los grandes capos de la misma. Lo único que le interesa es mantener bajo control a la población. Sin embargo, este mantener bajo control a la población no está previsto en la constitución. Por eso a mi parecer habría que acusar a nuestro gobierno de alta traición. ¿Quiénes y por qué lo apoyan? Los idiotas de siempre que creen en todo lo que les dicen por la televisión. Hay que defender las licencias para extraer petróleo en el mar, así que…”

Y Zappa abundaba en ello: «Las guerras son realizadas con dinero prestado. La única esperanza que aún puede tener el resto del mundo, con respecto a las agresiones estadounidenses, es que las guerras cuestan mucho dinero y éste se está acabando. Por otro lado, nos gobiernan unos ancianos que aún se creen jóvenes y atractivos. Mientras el mundo se derrumba a su alrededor salen a jugar golf”.

“El aire está tan contaminado que prácticamente no puede respirarse, el agua no se puede beber y la comida está envenenada, pero nadie hace nada al respecto. Los únicos que aún van a votar son los fanáticos religiosos y demás ignorantes que se sienten convencidos todavía de que sus necesidades están siendo satisfechas”.

El ideario zappiano tenía diversidades temáticas: «Los combustibles limpios y adecuados para el medio ambiente son una realidad disponible. Se sabe que es posible construir motores, aire acondicionado, cualquier cosa sin gastar casi energía, pero mientras los industriales ganen mucho dinero con las técnicas usadas para generarla no cambiará nada”.

Y también tomaba en cuenta el futuro: «A los niños los crían hoy con la televisión y los juegos de video, los cuales han sustituido a papá y a mamá. Esos juegos son los encargados de la educación de nuestra juventud. Ellos a la larga ocuparán los puestos de responsabilidad”.

En cuanto a los tópicos metafísicos Frank Zappa opinaba que el alma sólo era una mezcla de sustancias químicas y electricidad. Por lo tanto, sentenciaba: “No creo en la vida después de la muerte. Tampoco tengo miedo a morir. ¿Qué otras opciones hay? ¿La vida eterna? No, por favor. De por sí es bastante difícil sobrevivir al día tras día física, mental y económicamente. Eso que de niño sólo me causaba un vago malestar ha resultado ser un gigantesco montón de mierda. No creo que haya alguien decente que quiera permanecer aquí para siempre”. ¡Ah, Si Zappa no hubiera muerto, la historia de hoy sería otra cosa!

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