PAGE & PLANT
ROMANTICISMO SELECTO
Por SERGIO MONSALVO C.
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El rock, como música y prioritariamente como cultura, siempre ha buscado la oportunidad y también el motivo para manifestar su selección de influencias. En el caso de los ingleses, éstos han sentido –desde los años sesenta del siglo XX– especial apego a todo lo indio y árabe por la misma causa por la cual los rocanroleros estadounidenses se sienten ligados a la música negra.
Después del blues negro y el folk blanco, la expresión musical india y la árabe del Mediterráneo constituyen el siguiente elemento importante en la mezcla particular del romanticismo creado por el rock.
Los misteriosos sonidos mediterráneos han ejercido una influencia muy significativa sobre el rock; baste recordar las primeras incursiones exploratorias por parte de Brian Jones, Ginger Baker y Jack Bruce, por mencionar a algunos.
Para el rock, desde entonces, el área del Mediterráneo y de la India ha sido una tierra de sensibilidades expansivas. La influencia en los rocanroleros ingleses de los casi 200 mil árabes y 400 mil indios que vivían en la Gran Bretaña al comienzo de los años sesenta se ha dejado sentir de diversas maneras a lo largo de los años.
Aquella interactividad, que se escuchó primero en los Stones, en los Beatles y en Cream, afectó asimismo al Led Zeppelin. Tanto así, que viajaron por aquellos lares para rematar grabando en Bombay con una orquesta, de la que por cierto hay una versión pirata de excelente calidad disponible en Japón.
Por otro lado, la inclinación por Marruecos siempre estuvo presente en Jimmy Page –«Black Mountain Side», es el tema más clásico del ejemplo– y en Robert Plant. En éste, sobre todo, al comenzar su carrera como solista en 1980. No obstante, la atracción por tales manifestaciones culturales por parte de ambos ha culminado en una obra total: No Quarter.
Pero no sólo las influencias mediterráneas están presentes en el álbum, sino también le han dado la oportunidad y el motivo a sus similares reminiscencias celtas. En el disco Plant y Page muestran su apego por este pueblo marginal, su acendrado espíritu de independencia y básicamente por sus visiones proféticas y la cruda pureza de su poesía.
Subterránea nostalgia por los orígenes y emociones primitivas. Obsesión romántica por las tradiciones literarias muy elocuente en los rocanroleros de las islas británicas, desde Van Morrison hasta Bono.
De esta manera el rock comparte tanto la veneración literaria como la musical, dejando de lado la teosófica. Dichas culturas primigenias –marroquí, egipcia, celta– concuerdan con el panteísmo profano que impulsa al género.
Rocanroleros como los mencionados y en el caso particular de los Plant y Page de los años noventa, buscaban un ideal primitivo que se remontara más allá de la historia, más allá de los registros, más allá incluso de la transmisión oral, hasta los cimientos de la Tierra.
Las culturas primarias, según la imaginación romántica de la que se nutre el rock, cumplen estas condiciones. El peregrinaje visionario realizado por Plant y Page fue un pasaje efectivo al pensamiento embrionario. Un regreso al nacimiento de la sabiduría, a las intuiciones inocentes, otra vez a la creación primordial.
Page y Plant no habían tocado juntos desde el 13 de julio de 1985, fecha de la reunión excepcional del Led Zeppelin en ocasión del concierto Live-Aid realizado en el estadio John F. Kennedy de Filadelfia.
Los rumores acerca de una reformación del grupo fueron muy fuertes, pero hasta ese momento carecían de fundamento. John Paul Jones no participó en el proyecto No Quarter, que no se presentó bajo el rubro «Led Zeppelin», pero con todo la reunión entre Page y Plant fue todo un acontecimiento.
¿Y por qué querían volver a trabajar juntos? Pues para demostrar lo anteriormente comentado, los fundamentos de avance para el rock. Regrabar algunos clásicos del Led Zeppelin con otras intenciones, además de componer varios títulos nuevos: «Yallah», «City Don’t Cry», «Wonderful» y «Wah Wah».
En primera instancia se trataba de un reencuentro único, acústico, para la última emisión de la célebre serie Unplugged de MTV. Pero luego de ello las cosas fueron más lejos.
El dúo regresó de nueva cuenta a Marruecos –tras casi 20 años– para realizar la versión de algunos de sus viejos temas con músicos árabes; asimismo recurrieron a una orquesta egipcia y a la Metropolitan Orchestra de Londres.
Tales sesiones fueron grabadas en vivo e in situ el 25 y 26 de abril de 1994. Dichas actuaciones se transmitieron el 12 de octubre por televisión. El éxito fue tal que ambos personajes decidieron realizar una gira mundial con dicho material y cuyo inicio sería en febrero del siguiente año. La actuación Unplugged fue publicada como álbum en noviembre de 1994.
No Quartet: Jimmy Page and Robert Plant Unledded, el álbum resultante, fue una sorpresa tras otra, con las presencias de Charlie Jones tocando el bajo y las percusiones, Michael Lee en la batería, Najma Akhtar como segunda vocalista, Jim Sutherland en la mandolina y el bodhrán, Nigel Eaton en la zomfona, Ed Sheamur en el órgano Hammond y los arreglos orquestales, así como la del ex integrante de The Cure, Porl Thompson, en la guitarra y el banjo. Un cúmulo de dádivas inspiradas y frescas, de las cuales «Kashmir» y «Wah Wah» fueron la cima.
Tanto la energía emanada como la respuesta recibida a su propuesta artística, llevó al par de músicos a grabar un nuevo disco, con material completamente original y con la supervisión del ingeniero Steve Albini al lado de ellos, que serían los productores. Las sesiones se llevaron a cabo en los estudios Abbey Road británicos durante un par de meses.
De aquella reunión salió el álbum Walking into Clarksdale (una agradecida referencia cultural que remitía al origen del blues en el Delta del Mississipi), el cual fue editado por la Atlantic records en 1998. El disco contenía doce temas, de los cuales habría que resaltar «Most High» (con el cual obtuvieron un Grammy) y «Please Read the Letter» (que regrabaría Plant tiempo después como solista en otro galardonado álbum).
A pesar de todo lo positivo realizado durante esta época, Page y Plant optaron por separarse de nueva cuenta debido a sus constantes y legendarios roces. No obstante, la primera obra ha trascendido por ser una de las primeras con una visión de futuro intercultural.
La satisfacción del propio Jimmy Page fue más que elocuente ante el resultado de aquella aventura de cuatro años: «Fue la primera vez en años que Robert y yo trabajábamos juntos y me maravilló constatar que aún éramos músicos creativos y con las orejas bien abiertas«, declaró en su momento.