1964
EL AÑO DEL DRAGÓN
Por SERGIO MONSALVO C.
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En el mundo de la música suceden cosas semejantes al de los vinos. Hay años de cosechas excelentes, regulares e intrascendentes (no malas). Es un hecho que se ha repetido a lo largo de la historia, y las causas de uno a otro varían por una serie de circunstancias que sería inútil enumerar para configurar un patrón.
Es curioso, pero en el instante en que se presenta una idea como ésta (intentar la hechura un patrón para seguir los mismos pasos y obtener iguales resultados) regularmente cambian todos los matices del entorno y surge otro cuento con tal cosecha, con sus propias características y posibilidades. Es la magia del planeta que habitamos.
Años hay en el pop y el rock (al igual que en otros géneros) que se tornan señeros para ilustrar su desarrollo. Muchos de ellos —como exigía de la vida Nietzsche, el filósofo alemán— se han mostrado con la suficiente capacidad para aguantar la inmortalidad.
Como ejemplos están los de: 1953, 1955-56, 1959, 1962, 1964, 1967-1970 (un cuatrienio espectacular), 1974, 1978, 1984, 1991, entre otros. Son fechas seminales de corrientes, movimientos,9, 1962, 1964, 1967-1970 (un cuatrienio espectacular), 1974, 1978, entre otros. Son fechas seminales de corr revoluciones, géneros, con sus respectivos adalides, los cuales pueden ser individuos, agrupaciones o sellos discográficos —la industria en su máxima o mínima expresión.
El de 1964 fue de estas anualidades, una muy especial. Y como no hay arte sin contexto, debemos rememorar los vericuetos sociopolíticos del mundo para ubicar los acontecimientos que rodearon el nacimiento tanto de canciones y personajes que se volvieron trascendentes, como el de las llamadas “flores de un día”.
Las semejanzas con el momento que vivimos ahora resultan increíbles, pero esperemos que algunas de ellas no se repitan, aunque el devenir humano no ha sido prolijo en la concreción de los resplandores del sentido común a través de su paso por el planeta.
Para los chinos, 1964 fue el Año del Dragón, con todo lo que ello significó en bonanza y profecía de calamidades (¡ah, los chinos y sus galletas de la suerte, tan inocentes como terribles!).
La Unión Soviética se encontraba en plena convulsión: Nikita Khrushcev fue depuesto como Primer Ministro debido a que los radicales del Soviet Supremo lo tacharon de “blandengue” frente a sus archienemigos de la Unión Americana. La Guerra Fría estaba más candente que nunca. Al reemplazo entró Leonid Brezhnev —líder del Partido Comunista—, el cual de inmediato reafirmó su postura de apoyo a Cuba y a algunos países asiáticos que comenzaban a resentir la intromisión estadounidense.
La Comisión de Salud de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) determinó, por fin, la irremediable relación entre el consumo de tabaco y el cáncer de pulmón. Enfermedad mortal que cobra cada año millones de vidas. Las compañías tabacaleras responden disminuyendo el precio de las cajetillas y la gente acude al llamado de las ofertas: ¡Típico!
En los Estados Unidos, mientras tanto, el rock and roll cumplió ya su primera década de existencia, pero sufrió por la represión social y estatal, las cuales buscaban domesticar a la bestia y casi lo consiguen.
Lyndon Johnson, el exvicepresidente que sustituyó en el cargo presidencial a John F. Kennedy tras su asesinato, se presentó a las elecciones y aplastó a su contrincante republicano, Barry Goldwater, en una contienda que se convirtió en histórica por el porcentaje de votos obtenidos por aquél (más del 61%). Así que el truculento Lyndon se mantuvo en la silla.
Este personaje —cuyas manos no estaban muy limpias en el asunto de Kennedy— obtuvo la aprobación del Congreso estadounidense para enfrentar militarmente un problema petrolero que había afectado a la Tunkin Gulf Company en Vietnam. Con esto dio comienzo a las hostilidades con aquel país asiático.
Asimismo fue el inicio de una pesadilla generacional que conmocionó de forma extrema a la tierra del Tío Sam, en todos los sentidos: El activismo político universitario —dormido hasta la fecha— hizo sentir su rechazo al llamado a filas para los jóvenes y a la guerra imperialista.
De igual manera, las minorías sociales iniciaron la lucha por los derechos civiles de todas ellas (indios, chicanos, ecologistas, feministas, gays, etcétera). Como consecuencia de tal toma de conciencia surgió el hippismo, el yippismo y otros ismos que se expandieron por el mundo en una diáspora cultural muy importante y de alcances indefinidos.
La lucha por sus derechos por parte de la comunidad negra cobró varias víctimas, con cargo a los fascistas blancos de la Unión Americana. Estos últimos sufrieron tremendo revés cuando el reverendo Dr. Martin Luther King —líder del movimiento— fue nombrado ganador del Premio Nobel de la Paz por su contribución al otorgamiento de tales derechos.
A su vez, la ciudad de Nueva York se inició la moda de las blusas transparentes y el topless (el no uso de sostén en las mujeres), lo cual creó tremendos escándalos. Las feministas tomaron esta moda como estandarte de sus reclamos. Por doquiera los había y estaban a la orden del día.
En medio de todo ello apareció el Ford Mustang y se convirtió en el auto más popular de la era, y con el tiempo en un clásico. Ningún hombre que se preciara de serlo dejaba de soñar con tener uno.
El deporte estadounidense se encontraba en una de sus mejores épocas. En la Olimpiada que se llevó a cabo en Tokio, sus atletas se llevaron medallas a carretadas. Los más destacados fueron el nadador Don Schollander, el corredor Bob Hayes (a la postre hombre fundamental en los Vaqueros de Dallas) y el decatlonista Billy Mills.
En el mes de octubre, los Cardenales de San Luis ganaron la Serie Mundial de Beisbol a los Yankees de Nueva York. En el futbol americano, el corredor Jim Brown condujo a los Potros de Baltimore a ganar el campeonato de la NFL en el Super Bowl. Apareció también la personalidad de Cassius Clay (conocido después como Muhamad Ali), quien se convirtió en Campeón Mundial de Peso Completo al vencer en discutida pelea a Sonny Liston.
Por otro lado, la versión fílmica de My Fair Lady (Mi Bella Dama) ganó el Oscar del año a la Mejor Película. Audrey Hepburn fue la protagonista. En el mismo campo, el tema del holocausto nuclear fue abordado por la excelente cinta Dr Strangelove (Doctor Insólito) de Stanley Kubrick, con la actuación de Peter Sellers.
En otra película, el mismo Sellers presentó al personaje del Inspector Clousseau: La Pantera Rosa. Taquillera resultó por igual Desde Rusia con Amor del 007, con Sean Connery.
Las series más populares de la televisión fueron Bonanza, Hechizada y El Fugitivo (en su versión original). Por su parte, tres montajes que con el tiempo se volverán clásicos fueron la sensación de Broadway: Violinista en el Tejado, Funny Girl (con Barbra Streisand) y Hello Dolly!
Sin embargo, nada fue comparable con la escena musical: 1964 fue el año de la beatlemanía, de la primera Ola Inglesa encabezada por el Cuarteto de Liverpool y de la Invasión del Sonido Británico en el horizonte norteamericano (y del resto del orbe). A canciones como “I Want to Hold Your Hand” (que permaneció 41 semanas en la lista del Hit Parade y 7 en el primer sitio); le siguieron “Can’t Buy Me Love”, “I Feel Fine”, “She Loves You”, “A Hard Day’s Night” y “Love Me Do”.
En aquel año acompañaron a los Beatles en la creación de canciones clásicas grupos como The Animals (“The House of The Rising Sun”, un cóver de Nina Simone), los Beach Boys (“I Get Around”), The Supremes (”Baby Love”), The Four Seasons (“Rag Doll”), The Shangri-Las (“Leader of the Pack”), Johnny Rivers (“Memphis”, cóver de Chuck Berry”), The Zombies (“She’s Not There”), Millie Small (“My Boy Lollipop”), Dave Clark Five (“Because”), The Kinks (“You Really Got Me”),
La lista continua con Roy Orbison (“Pretty Woman”), Manfred Man (“Do Wah Diddy Diddy”), The Trashmen (“Surfin’ Bird”), Drifters (“Under a Boardwalk”), Stan Getz y Astrud Gilberto (“The Girl from Ipanema”), The Rolling Stones (“Time Is on My Side”), Dionne Warwick (“Walk on By”), The Ventures (“Walk Don’t Run”) y Chuck Berry (“No Particular Place to Go”), entre muchas otras. Todas ellas dentro de los diez primeros lugares. La lista se vuelve larguísima si se recorren las cien del listado oficial.
Así que 1964 fue el Año del Dragón: intenso, sorprendente, inspirado, productivo, fenomenal y hasta extraordinario, en lo que a la música se refiere. Año fundamental en la aparición de canciones inmortales. Un año de muy buena cosecha, mientras en lo político parecía a la inversa. Los señores de la guerra y la violencia toman la batuta para meter al planeta en sus turbulencias.