SASKIA LAROO
EN EL PAÍS DEL JAZZDANCE
Por SERGIO MONSALVO C.
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Saskia Laroo es una efervescente trompetista holandesa de jazzdance que le ganó la jugada a la industria disquera. Esto empezó cuando apareció su disco debut It’s Like Jazz. Con un tono muy seguro, apoyado en el estilo de su trompetista favorito, Miles Davis, presentó una amplia paleta de estilos house.
El álbum, producido y fabricado por cuenta propia, rebasó las fronteras de su país. Desde entonces ha insistido en mantener el control sobre su trabajo. Fundó su propia disquera, Laroo Records, programa sus presentaciones y es su propio mánager.
Ella nació en el barrio del Jordaan en Ámsterdam en 1959. Empezó a trabajar como músico en todas las ocasiones que se le presentaban. Tocó en bandas que interpretaban grandes éxitos: standards, en grupos de dixieland, en diversas formaciones latinoamericanas, pero también en jam sessions en los clubes de jazz. Fue muy movido el asunto de su aprendizaje. No podía terminar la carrera de Matemáticas porque participaba en todas las oportunidades que la ciudad de los canales le ofrecía en cuanto a jam sessions y talleres de jazz.
“Ser músico es el oficio más hermoso que existe. Mientras que los escultores se ponen a trabajar solitos en su estudio, uno produce arte con otros músicos delante del público. Expone su alma. Casi es un rito, una convivencia más elevada. Por lo menos si es bueno lo que haces. A veces tengo la impresión de entregarme toda, por completo, aunque el público no lo perciba. Como sea, yo lo doy todo siempre. A la música no la considero un trabajo. Sigo sintiéndome muy feliz cuando atravieso el parque en mi bicicleta camino a una presentación en algún lugar de la ciudad. Me desarrollo artísticamente y aparte me pagan. Es fabuloso”, ha comentado con respecto a su oficio.
Para ella lo más bello es llegar al trance. La música es como el sexo, ha dicho, y sí, el parecido es definitivo. Al pensarlo con lógica es la única conclusión posible a la que se puede llegar. Igual que en el amor, la música se trata de la capacidad para ponerse en el lugar del otro. La meta es lograr una interpretación emocionante en conjunto. Algunas personas sólo se concentran en lo suyo y eso no sirve. Si te portas egoísta el resultado es soso.
Con mayor razón en el jazz. En una buena jam todos se funden unos con otros. Es un acontecimiento íntimo. Coquetear en lo musical. A veces dice sentirse me un poco culpable frente a las novias de los integrantes de su grupo cuando toca y juega con ellos en el escenario. Desde luego el asunto es totalmente inocente, sólo tiene una función social. Pero cree que es necesario que unos y otros se pongan atención entre sí para producir buena música.
Laroo tiene razón. La música debe preservar la tensión erótica. Los músicos se deben compenetrar a la hora de buscar esa meta. Uno toca algo y el otro lo capta para que suceda el milagro del jazz. Al estar en una jam algo surge en el inconsciente del colectivo en el escenario. De manera intuitiva hacen lo indicado. Se puede comparar en cierta forma con la manera en que los mejores ajedrecistas mueven sus piezas. Por instinto. ¿Cómo es posible algo así? Quién sabe. Es uno de los misterios de la música.
Laroo tocaba lo que fuera con todo el mundo, pero su verdadero amor era el jazz. No sólo le interesaba el de John Coltrane y de Charlie Parker, sino que con el mismo amor llegó a tocar el dixieland. Cuando comenzó había mujeres a las que no se les permitía tocar en grupos de hombres. A ella sí. Si no la tomaban en serio, tocaba tan duro, alto y fuerte que finalmente tenían que hacerlo.
Estuvo en grupos de reggae, de pop, de salsa, freejazz, surinameses y brasileños. Pasó de una escena a la siguiente. Lo más importante que aprendió de todo ello fue a no despreciar nada y a no sostener opiniones puristas.
Vivió la música a través del estudio racional y entregándose a sus detalles en lo práctico. Escuchaba muy bien que una escala sonaba mejor que otra, pero no comprendía por qué. En la partitura todo estaba tan claro como el teorema de Pitágoras, pero en la práctica cuando tocaba un lick siempre le salía menor que uno de Miles Davis. La mayoría de los músicos cuentan con una especie de sexto sentido para ello. Ella tuvo que adquirirlo a través del estudio.
Por otro lado, si no hubiera conocido al deejay Graham B., probablemente se habría quedado en el circuito de la música latinoamericana y como músico sesionista para ganarse la vida. Fue él quien la motivó a acercarse al jazzdance y a participar en sus jam sessions. Obviamente tampoco se le había ocurrido grabar un CD.
Sin embargo, un hecho contundente cambió eso: tuvo que visitar al médico por algunos dolores cardiacos. Sentía opresión en el pecho y se sofocaba mucho. Después de la revisión resultó que tenía hipertensión en la cavidad derecha del corazón. Tuvo que guardar reposo durante medio año. Cuando volvió a sentirse mejor lo primero que quiso fue grabar un disco. “Todavía tengo suficiente embocadura”, pensó, aunque el doctor le había dicho que posiblemente no volvería a tocar la trompeta.
A Laroo le gusta hacerse cargo de sus propios asuntos y así lo dio a conocer cuando se decidió a grabar por su cuenta. Todo mundo le dijo que no lo podría hacer todo sola. Pero a ella no le parecía tan difícil. Lo había visto hacer a otros músicos y sabía que entre más involucrado se esté con algo, más motivada, definida y sustanciosa sale la música.
Por todo eso, el concepto de sus álbumes es suyo (en la actualidad cuenta ya con una discografía de cinco volúmenes: It’s Like Jazz, Bodymusic, Jazzkia, Sunset Eyes y Really Jazzy) Y también son suyos los planes de trabajo. Los discos los ha grabado por su propia cuenta y bajo su sello: Laroo Records.
La mayoría de los músicos que colaboran en ellos son sus amigos y conocidos. Rosa King, en su momento, cantó un fabuloso soul que desbordó erotismo en uno de ellos, Candy Dulfer tocó como una furia en otro. Incluso localizó a una vecina con la que hacía años había tocado en un grupo de salsa, para que cantara un tema. No le importa mucho tener o no un hit. El jazz vive al margen de eso. Y eso seguirá siendo así por siempre.
Lo mejor de todo es cuando se presenta en el foro con la banda y los escuchas se sienten felices y los miembros del grupo satisfechos con la puesta en escena del material. Son concepto y amalgama en su máxima expresión. La música así es la mejor manifestación del ego y la más bella creación de la tolerancia, sin lugar a dudas.
Saskia Laroo actualmente mantiene varios proyectos distintos. Además de la semipermanente Saskia Laroo Band está su quinteto de latinjazz Salsabop. También tiene un proyecto llamado Saspartas, así como sus presentaciones como solista, en la que trabaja sólo con un rapero o deejay, o con ambos. Por último tiene Jazzkia, un grupo con el que se entrega a su amor por los standards de jazz y el bebop. Trata de ser flexible en todas las situaciones.
En la actualidad no hay dudas acerca del avance logrado en su género predilecto: el jazzdance. Los estímulos agregados por el drum ‘n’ bass y los beats alquímicos le han asegurado frescura a su sonido. Sus discos son atractivos con un sonido excelente dirigido principalmente a las pistas de baile y con las influencias de todo el mundo.