BABEL XXI
EL GUSTO HIPERMODERNO
Por SERGIO MONSALVO C.
A la música de las primeras décadas del siglo se le conoce hoy como de la sonoridad hipermoderna. En ella está ensamblado el paisaje sonoro de la fragmentación con el que se construye nuestra realidad global en la actualidad en diálogo permanente con el pasado.
Se le puede definir como la exposición simultánea a la multiplicidad de cosas en concordancia con la aceleración y la retrospectiva del tiempo —de su imperio—, sobre el espacio, en plena época digital.
En el aspecto musical dicha sonoridad está considerada como el paso siguiente de la world music (proyección al exterior de tradiciones y folklor locales como productos exóticos y excéntricos, calificados como portadores del “sentido de la diferencia”) y del world beat (proyección al interior de los mismos productos con capas aleatorias de diversas corrientes electrónicas, del dancefloor al house Y avant-garde, por ejemplo).
Por otro lado, con el hipermodernismo nunca se sabe qué sorpresas deparará el pasado inmediato al insertarse en el presente, porque el siglo XX fue extraordinario al ofrecer su variedad de imágenes y la multiplicidad de experiencias que humanistas, científicos y artistas pusieron en la palestra y que hacia su final la tecnología (la democratización cibernética) puso a disposición literalmente de todos.
Surgió entonces con el nuevo siglo una heterogeneidad “natural” como destino del arte. Las mezclas contribuyeron sobremanera con la música porque aportaron la posibilidad de pasar de una escena a la otra, de una época a la otra, dejando al escucha la posibilidad de reconstruir el tejido original, tanto con las raíces como con las fusiones.
En la música como en la mejor cocina —arte que ha cobrado nueva relevancia— su hipermodernismo es lo que permite reconocer en el paladar la diversidad de los elementos que integran un platillo recién creado, hecho con diversas medidas de ingredientes conocidos.
El músico que pertenece a esta corriente toca con estilo local (es decir, “evoca” con sus sonidos particulares los repertorios internacionales, en todos sus géneros o en piezas armadas seleccionando distintas partes de ellos), pero la calidad con que ejecuta o graba dichos sonidos proviene de la tecnología de punta primermundista y global.
Toca con las instrumentaciones propias de su entorno y también con las ajenas, acústicas y/o electrónicas. Tal músico puede permanecer en su región y conectarse vía Internet con aquellos con quienes quiere interactuar o colaborar enviando o recibiendo materiales sonoros para actuar en los campos alternativos e indie, o puede igualmente desplazarse a los centros culturales y especializados en distintos lugares del planeta para grabar con productores avezados y con materiales hi-tech.
Y, a continuación, distribuir multimedialmente su manifestación artística hacia oídos y ojos que se han acostumbrado a ver, oír y consumir música de otras maneras: del MP3 al MP7, mediante el Ipod, Cable, Podcast, YouTube, Instagram, Streaming, telefonía plurifuncional, digital, satelital o de cualquier índole u onda cibernética.
La música actual está, pues, hecha en condiciones regionales, utilizando muchas veces los propios recursos (en lo que puede ser una voluntaria búsqueda del lo-fi), o aventurarse al hi-tech intercultural, pero con la comprensión del “oído” internacional, con un entendimiento del universo sonoro subyacente dentro del cual debe ser expresada aquella “diferencia” si es que quiere ser escuchada (y no quedarse sólo como folklor interno, regresivo y turístico).
Esta música describe menos un estilo (o un contenido) que un valor auditivo. Es un valor constituido en primera instancia a través del intercambio cosmopolita de bienes musicales y materiales, tanto de ayer como actuales, y unido a la tecnología digital de hoy.
Todo ello es la confirmación de que los hábitos para adquirir los conocimientos y la escucha de la música han cambiado. Las últimas décadas han sido un tiempo de prueba para ponderar la fuerte naturaleza proteica de la Web y de sus inquilinos. Las diferencias entre aquellos que escuchan y los que sólo oyen; entre los van espantando los miedos al intercambio y liderando con ello la evolución audícola, y los que únicamente oyen el trend topic.
El público está ahí. Son esas personas conectadas al mundo de hoy. BABEL XXI habla del gran concierto de la música contemporánea, de la que se hace cotidianamente en el planeta a cargo de músicos veteranos tanto como de jóvenes en cualquier ámbito y rincón mundano.
Eso sí, todos ellos son artistas de primera fila que exploran el continente ignorado de la música que se hace en la actualidad: la más cercana en el tiempo a nosotros, y sin embargo, la menos escuchada, porque muchos aficionados al repertorio del mainstream le huyen, y porque tampoco tiene lugar en el papanatismo de lo cool, en la vacua beatería de la tendencia y de lo trendy, en la ignorancia de los programadores, en la dictadura de las grandes compañías o de los ejecutivos amaestrados por el raiting.
BABEL XXI —con sus análisis y la música hipermoderna como soundtrack— es la manifestación artística para la gente curiosa que aspira a descubrir algo, a formarse el gusto no sólo con lo contemporáneo y sino también con lo histórico ignorado o inesperado.
La omnipresente exposición a la música que experimentamos cotidianamente, a través de cualquiera de sus soportes, obnubila el acceso a todos los cotos de la disciplina musical, para encausar al mainstream como único campo de visita, una corriente para la cual no existe más que lo actual, pero sin referentes ni raíces, como si de una generación espontánea se tratara. Por fortuna, las ciencias exactas y las sociales están para impedirlo.
La historia con sus señalamientos de facto, por ejemplo, permite volver atrás para examinar los sucesos una y otra vez desde la perspectiva de los investigadores y estudiosos contemporáneos que reaniman las búsquedas y las aclaraciones pues, como decía Marcel Proust: “el verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en obtener nuevos ojos”, es decir otra visión, otro ángulo y otros argumentos.
En el terreno del rock and roll, que aparentemente todos conocemos, esto siempre es necesario. Porque para disfrutar plenamente de él y quedar con la atención satisfecha hay que estar y sentirse extasiado ante la mera y espectacular historia de su aparición y posterior presencia en el mundo. Ésta es la forma más fundamental de manifestarse como su auténtico amante: uno que sepa y sienta su inconmensurable significado e importancia para la cultura en general en su presente y en su futuro. Por eso hay que ver por el retrovisor, constantemente, y festejar a cada uno de sus personajes y cada uno de sus años de aparición en el planeta.
En la música, como en las ciencias (naturales y sociales), nada surge por generación espontánea. Todo tiene un antecedente —o diversos— en la composición de un nuevo género. Los hechos precisos, a pesar de todos los intereses implicados, siguen ahí en una línea clara de identificación, para que todos los descubran, reafirmen, relacionen y reflexionen sobre ellos.
Mientras tanto el rock con su amplia, expansiva y omnipresente cultura aún les causa escozor a los conservadores ideológicos de toda ralea. Comenzó hace siete décadas con el rock & roll clásico, el cual fincó los pilares y hoy hay que sanear dicha verdad y el ambiente que la rodea desde la composición hasta las listas de éxitos, a fin de investigar en sus fundamentos para informar y formar a las noveles oleadas de escuchas que tanto lo necesitan.
La revaluación de la importancia que tiene el r&r es quizá el compromiso cultural con mayor sentido en estos momentos, cuando todo impulso parece relegado a las máquinas, al criterio de los DJ’s, a los raperos sin bagaje, a las coreográficas boy bands del pop y al flagelo de lo transitorio, de lo difundido popularmente con el más bajo común denominador de calidad.
Los nuevos grupos echan mano del sonido primigenio, pero también del rhythm and blues y el blues eléctrico de Chicago y rinden tributo a los emblemas del rock and roll clásico, a la escuela del blues-rock británico, al pub-rock, al punk y al indi. Escuchar a estas agrupaciones, y a sus intérpretes originales, es oír el latido vital de la libertad y la excitación de un género que desde hace décadas es un disparador contra la uniformidad cotidiana.
Con ellos se dilucida cómo ha sido su paseo por la genealogía del género para llegar a lo que hoy viven: la experiencia sonora del origen, extendida horizontalmente en una concatenación hipermoderna. Una experiencia que, repetida a lo largo de las épocas por otras agrupaciones, es paradójicamente única (una vez más).
Tales bandas son hoy, en este momento, la verdadera extensión entre lo ya hecho y la construcción de un nuevo carácter interpretativo. Son actores como estos los que hacen que la función del r&r, a pesar de ser la misma, al final sea tan diferente. Sería una falta grande perderse este universo cultural vivo desarrollándose genuinamente, y en diálogo permanente, entre su historia y el presente.
El programa BABEL XXI lo ha dado a conocer desde el año 2011 y se ha convertido en la alternativa radiofónica.
MUCHAS GRACIAS POR ESTE INTERESANTE Y ENRIQUECEDOR PROGRAMA, AL PASO ESCUCHARE TODOS . PUEDES NOMBRAR EL GRUPO QUE UTILIZAS PARA LA RUBRICA MUSICAL¿
Excelente programa. Me hace mis mañanas y a mi hijo de 4 años le fascina camino a la escuela.
Le abre el oído a diferentes melodías en un corto espacio de tiempo y a mi me entretienen mucho el guión. ¿Cuál es la canción del inicio? Esa le encanta y me gustaría ponérsela completa.
Saludos. Su programa es estupendo, lo escucho por radio, acá en Mty lo transmite Radio UDEM, lo pasan de lunes a viernes a las 7:30 am, es complicado escucharlo completo por el trabajo y el trafico y lo limitada de la estacion, lo localicé en la web pero ahi el problema es que no tiene un buscador, ni siquiera un indice rápido para localizar los programas que quieres y son mas de 400, esa en un área de oportunidad que les ayudará a hacer el sitio mas amigable. Gracias
Hola Maria.
La canción es «Planet Paprika» de Shantel.
Gracias por tu comentario.
el mejor programa de radio
sigan ASI POR FAVOR
SALUDOS DESDE MONTERREY
Hola. Gracias por el programa, me parece muy bueno. Enriquece el radio acá en Monterrey, NL. No he visto reseña de ustedes de lo que se llama rock progresivo: particularmente de los grupos italianos y canadienses. En su momento, me llamaron mucho la atención el grupo «Il Baleto di Brozo» (El disco «YS») y «Harmonium» (El disco «L’heptade»). Saludos